Manuel de Diego Martín
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14 de enero de 2012
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Hoy celebramos el “Día de las Migraciones”. Este año nos ha regalado el Papa un bello mensaje con el lema “Migraciones y nueva Evangelización” y la Comisión Episcopal de Migraciones cuyo presidente es nuestro Obispo D. Ciriaco, nos ofrece otro mensaje con el lema “Salgamos al encuentro, abramos las puertas”.
He leído con atención y gusto ambos mensajes. El papa nos habla de cómo las migraciones son una gran oportunidad para llevar adelante la nueva evangelización. Nos hace comprender que si los inmigrantes encuentran una sociedad totalmente secularizada, donde no hay lugar para Dios, lo tendrán más difícil. Nos recuerda el Papa también cómo los poderes públicos tienen que velar para que todos inmigrantes puedan vivir respetados en su dignidad, sean tuteladas sus familias, tengan acceso a una vivienda digna, trabajo y asistencia…
Nuestros obispos hablan de cómo las migraciones pueden ser un camino hacia esa fraternidad universal que buscamos. Pero hay que estar atentos para desenmascarar las mafias explotadoras que hace imposible toda convivencia fraterna. Hay que abrirles pues las puertas y estar atentos para leer en su rostro sus dolores y esperanzas.
A veces hablo con muchachos del Malí, chicos buenos y trabajadores, cuya lengua nativa conozco un poco, y al verlos un año, otro y que las cosas siguen igual, y ellos viviendo de cualquier manera, les pregunto: ¿No estaríais mejor en vuestros poblados, con vuestra familia, con vuestros campos y cabras, cultivando el mijo, el arroz, y no llevar aquí una vida tan miserable? El día en que esto cambie, podréis volver… Y la respuesta es la misma: “nosotros no podemos volver a nuestras casas con las manos vacías, preferimos morirnos antes”. Y conociendo aquel ambiente, lo llego a comprender un poco.
El otro día me encontré con unos hispanoamericanos que me contaron su problema. Estos van a volver a su país no con las manos vacías, sino además con una gran deuda. Un día cuando las cosas iban bien, trabajaban marido y mujer, sacaron una hipoteca. Se hicieron con un piso. Llevan tiempo sin pagar y ahora les echan de la casa. No sólo pierden todo lo que entregaron sino que además quedan endeudados. Todavía sigo impresionado pensando que esto no puede ser. Sin conocer los sistemas financieros, ni los mecanismos bancarios, algo se me rebela y digo que esto no puede ser. Tendrá que haber soluciones más humanas. Que esta jornada nos ayude a buscarlas.