Manuel de Diego Martín

|

10 de noviembre de 2012

|

14

Visitas: 14

El próximo domingo, día 18, la Iglesia española celebra el día de la Iglesia diocesana con el lema: “Ayuda a tu Parroquia, ganamos todos”.

Esta jornada tiene como un doble objetivo. En primer lugar quiere hacernos comprender que todos, por el hecho de estar bautizados, formamos la Iglesia de Jesús y somos corresponsables de llevar adelante su misión que consiste en hacer que la Buena Noticia de Jesús que nos llama a la conversión llegue a todos para construir un reino de justicia, de amor y de paz. Esto conlleva el crear una sociedad mejor, por eso al participar en las parroquias ganamos todos, tal como nos recuerda el lema del año. 

Si la primera llamada era a la conciencia para sentirnos Iglesia, el segundo objetivo es hacernos bajar las manos hasta los bolsillos para ayudar con nuestros medios al sostenimiento económico para que ella pueda llevar adelante su misión evangelizadora. Aunque no sea lo más importante, los medios económicos también cuentan.

Entre nuestras gentes, a veces cogidas por ideologías contrarias al pensamiento cristiano, a las Iglesias, sobre todo a la Católica, se la ve como una desgracia dentro de la sociedad. Los que la componen son un puñado de privilegiados, de aprovechados, robadores de energías por sus oscurantismos, ahogadores de libertades… Hace ya más de un siglo un teólogo modernista francés, Loisy, radicalmente crítico, dijo aquello de que esperábamos que llegase el reino de Jesús, y nos llegó esta desgracia de Iglesia. Como diciendo esto no tiene que ver nada con aquello. Y otro escritor también francés de aquel tiempo, llamado Renán, mas brutalmente decía: “Aplastad a la Infame”. De este pensamiento viven mucha gente, anticlericales y demás familia. Pensar en la Iglesia les produce salpullido.

 Hoy no nos avergonzamos de sentirnos Iglesia, la Iglesia de Jesús, Iglesia diocesana de Albacete, cuya cabeza es nuestro Obispo D. Ciriaco. Nos sentimos miembros de la Iglesia universal presidida por el Obispo de Roma, nuestro gran papa Benedicto. Y nos sentimos orgullosos de ser Iglesia por el bien inmenso que a través de las parroquias, a través de las misiones, hace en el mundo entero llevando vida y esperanza.

Cada día un montón de gente se acerca a mi parroquia y cuando les quiero hacer comprender que nosotros no podemos llegar a todo, que vayan a otras instancias, todos repiten lo mismo, es que en las parroquias es donde únicamente ayudan. Hay que estar ciegos para no ver la obra de amor y caridad que está llevando la Iglesia con sus ayudas en esta hora crítica de crisis.

Pero es que la Iglesia además de dar pan, da la Palabra de Dios, la gracia de los Sacramentos, lleva adelante una gran acción cultural, asistencial y educativa; cuida de lo mejor que tenemos en nuestros pueblos como patrimonio histórico; en una palabra, ayuda al hombre a encontrar la verdad y el sentido de sus vida a través de la luz de Jesucristo. Si todos los día, hoy con más orgullo lo digo, ¡qué alegría sentirme Iglesia de Jesús!