Manuel de Diego Martín
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20 de octubre de 2007
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El filósofo Platón nos dijo que el hombre era un ser compuesto de alma y cuerpo, dos realidades tan separadas entre sí, que se parecen a una nave y su piloto. Llegó más tarde Descartes y habló de que éramos una parte extensa y otra pensante. Así pues unos se quedaron con la parte extensa del hombre, es decir, la material y otros con la parte espiritual. El Concilio Vaticano quiso aclararnos que los humanos éramos una realidad material y espiritual al mismo tiempo.
Cada año hablo a los niños del DOMUND y les explico lo que es un misionero. Y creo que llegan a entenderme. Les digo que un misionero es aquel que va a otros países para enseñarles a conocer a Jesús; pero al encontrarse con la realidad tan pobre en la que viven algunos pueblos, intenta por todos los medios ayudarles a que tengan escuelas, hospitales, pozos, todo lo necesario para que puedan llevar una vida digna. Parece que han entendido que lo más importante de todo es que aquellas gentes conozcan a Jesús. Que todos sepan que Jesús es la salvación de nuestras vidas.
Llega otro año más el DOMUND. Y vuelves a preguntar a los mismos chicos del año pasado. ¿Qué es un misionero? Pues el que ayuda a los pobres, me dicen El que da comida, medicamentos….Esta es la respuesta más general y de aquí no les sacas. Por fin algunos llegan a comprender que los misioneros llevan también a Dios.
Como vemos los chiquillos viven en la idea generalizada de que lo que importa en la parte material del hombre. Salvar el cuerpo, tener todo lo necesario para poder vivir. Les cuesta mucho entender que además del cuerpo están las almas, está también la parte espiritual del hombre que hay que salvar y que Jesús es la salvación de todos los pueblos. El lema de este año es “Dichosos los que creen” Efectivamente, aquí está la dicha del hombre, tener el alma abierta al misterio de la salvación de Dios, aunque a veces le toque tener el pan escaso. Porque el hombre no vive solamente de pan, por eso el misionero, además del pan, lleva todo aquello que necesita para su verdadera y plena salvación.