Manuel de Diego Martín

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23 de noviembre de 2025

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El pasado domingo celebrábamos la Jornada Mundial de los Pobres. El Papa Francisco, consciente de que Jesús es el Buen Pastor, tuvo la buena idea de instituir esta jornada para que en Jesús encontrasen esperanza los pobres. Hay mucho sufrimiento en nuestro mundo con tanta pobreza. El materialismo consumista que nos asedia y, sobre todo, las guerras salvajes que nos envuelven, traen la muerte y el hambre a tantos seres humanos. Vio el Papa que tomar conciencia de las pobrezas que nos rodean y de cómo remediarlas era un buen camino para prepararse a celebrar la fiesta de este domingo, Cristo Rey. Estamos celebrando el Jubileo de la esperanza y el lema de este año, para celebrar la Jornada de los Pobres, es decirle a Jesús: «Señor, Tú eres nuestra esperanza».

En la celebración de este domingo, fueron muy acertadas las palabras del Papa León, que habló de los pobres y pidió la ayuda del cielo en esta solemne celebración de la Eucaristía, para que todos busquemos el modo de ayudarles compartiendo nuestros bienes con ellos. El Papa compartió su comida con muchos de ellos. No puedo por menos que recordar que esta semana hemos celebrado la fiesta de Santa Isabel de Hungría, a quien podemos calificar como la santa de los pobres. Ella, reina, rica, fue entregando todo a los necesitados, de tal manera que, al morir, en plena juventud, no quiso quedarse con nada, salvo un mantón para que la sirviera de mortaja.

El Papa, en ese día de los pobres, habló de otra pobreza que nos angustia, denunciando la persecución a los cristianos que se da en tantos lugares. Pide el Papa que los dirigentes políticos tomen medidas para acabar con esta tragedia. Son perseguidos en África 1 de cada 5 cristianos, en Asia 2 de cada 5, en América Latina1 de cada 16. Según noticias, estos días han muerto en Mozambique, como en el Congo, montón de cristianos porque no quieren seguir el Islam. Y, además, lo hacen -sus perseguidores- con la supuesta bendición de Alá.

El Papa León dijo que los cristianos perseguidos son testigos de la justicia y la esperanza. Hay que seguir dando testimonio de la verdad que lleva a construir la paz. El Papa recordó que los sufrimientos en la vida tienen un final. Pero la alegría de los que reconocen a Jesús, como Salvador, Rey y Señor del Universo, durará para siempre.