Ana Blanch Orfila

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2 de septiembre de 2023

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Tres escenas conforman el texto del Evangelio de este domingo (Mt 16, 21 – 27): para empezar nos encontramos con el primer anuncio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Una segunda escena que enfrenta a Jesús y Pedro, donde aparece un Jesús realmente severo y enfadado y un Pedro perplejo ante la respuesta del Maestro. Por último termina con una llamada de Jesús a una elección.

Estas escenas protagonizadas por Jesús de Nazaret son de una gran relevancia para el lector de hoy porque, si bien es cierto que son textos escritos hace más de veinte siglos, siempre tienen una interpretación actual, aunque tal vez nunca son como las imaginamos tanto la gente de ayer como la de hoy. 

En el versículo 21, vemos como Jesús tiene plena convicción de su destino de sufrimiento y muerte. Tiene interiorizado que el Mesías debe sufrir para llevar a cabo el cumplimiento de los planes de Dios para Él. La cuestión de este primer versículo es lo que Jesús debía hacer, más allá de lo que hubiese querido. Este primer versículo es claro en esta disyuntiva. 

En los siguientes versículos, Pedro se presenta como el que pretende apartar a Jesús de lo que debe hacer. Posiblemente muchos nos identificamos con la actitud tan humana de Pedro,  ¿quién no intenta evitar un sufrimiento a alguien a quien ama? Una madre a un hijo, un hermano a otro, los esposos entre ellos. Siempre buscamos salidas para evitar el sufrimiento, algo humanamente muy normal.

Por último, nos encontramos con la invitación de Jesús a los discípulos: elegir seguirle, elegir a Jesús y su propuesta de vida y fe. Para el ser humano elegir nunca es tarea fácil. Jesús los desafía a tener que elegir. 

Cuando extrapolamos el texto y lo acercamos a nuestros días, descubrimos tres propuestas para tener presentes: primera, tomar en cuenta si siempre hacemos lo que debemos como señal de verdadera libertad. Lo que debemos con nuestra familia, en nuestro trabajo, como sociedad de la cual formamos parte y así en todo. Se presenta la tensión entre lo que debemos hacer más allá de lo que queremos.

La segunda reflexión se centra en la reacción natural de Pedro de evitar el sufrimiento de su amigo algo totalmente comprensible desde un punto de vista humano, pero que aparta del propósito de Jesús, un contraste entre la comprensión humana y la comprensión divina, ya que Jesús entiende el valor de  su sufrimiento como parte de su misión redentora.  ¿Somos tentados a no hacer lo que debemos? ¿Somos tentadores para que otros se aparten de lo que deben hacer?

Por último, Jesús convoca a su seguimiento, un seguimiento lleno de desafíos para cualquiera que le siga. Elegir implica aceptar el camino del Evangelio y comprometerse con esa propuesta de vida pese a las dificultades ¿cuáles son nuestras elecciones en la vida? 

En definitiva, el Evangelio de hoy presenta una serie de dilemas y tensiones humanas como el deseo de evitar el sufrimiento a nuestros seres queridos y la lucha interna entre lo que uno quiere y lo que debe hacer, idea de que la auténtica libertad implica elegir lo que se debe más allá de nuestros deseos personales.

El Evangelio de este domingo nos llama al seguimiento de la propuesta de Jesús de Nazaret, nos convoca a un seguimiento que desconcertó a Pedro y que nos desconcierta hoy a todos y cada uno de nosotros. Esa es la grandeza y la verdadera provocación del Evangelio, mostrarnos como esa perpleja humanidad que somos ante el desafío de “negarnos a nosotros mismos y seguir al de Nazaret”. 

Ana Blanch Orfila
Delegada adjunta Apostolado Seglar