F. Álvaro García Romero
|
22 de julio de 2023
|
206
Visitas: 206
El domingo pasado iniciábamos la lectura del Evangelio con el género literario de las parábolas. Hoy igualmente y algún domingo más en este verano leeremos las parábolas de Jesús. Las parábolas son breves narraciones dichas por Jesús que encierran una enseñanza moral y religiosa, revelando una verdad espiritual de forma comparativa.
Hoy la liturgia nos ofrece en el Evangelio de Mateo la lectura de tres de esas parábolas. La del trigo y la cizaña, el grano de mostaza y la levadura. Son las llamadas parábolas del Reino de Dios.
En cada una de ellas se nos revela una enseñanza para que podamos entender lo que es el Reino de Dios. El mismo texto del Evangelio así lo indica, haciendo referencia al oráculo del profeta en el Antiguo Testamento: “Abriré mi boca diciendo parábolas; anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo”.
La primera parábola, la del trigo y la cizaña, quizá sea la más fácil de entender, pues en el propio texto del evangelio, a petición de los discípulos, Jesús da la explicación y aclaración. Y a nosotros, los cristianos del siglo XXI, ¿qué nos puede estar enseñando esta parábola? Por una parte, tener la seguridad que el nuevo orden que propone Jesús -El Reino de Dios- está ya presente en nuestro mundo. En el propio Señor, en su Evangelio, en la Iglesia, en la medida que anuncia y trabaja por el Reino de Dios. Y, por otra parte, que la plenitud de este nuevo orden propuesto por Jesús, se dará plenamente en la vida eterna, cuando seamos llamados a la casa del Padre.
Esto nos invita a vivir con paciencia, sosiego y perseverancia, a la vez que con confianza y esperanza.En contraposición a lo que vivimos actualmente en nuestro mundo, donde impera la cultura de lo inmediato y de las prisas, alimentada por el mundo digital. Pero el Reino de Dios lleva su tiempo, es un tiempo paciente, sereno, lento y respetuoso, en medio de las prisas y la inmediatez del momento. La parábola nos invita a orar y trabajar, lo que se dice popularmente: “a Dios rogando y con el mazo dando”. O lo que es lo mismo, a confiar en la providencia divina a la vez que aportando humildemente nuestro «granito de arena» en la tarea a favor del Reino de Dios.
¿Qué nos enseña la parábola de la mostaza sobre el Reino de Dios? El Señor quiere que seamos como un grano de mostaza. Pequeños, humildes e insignificantes. El Reino de Dios es así cuando abrimos nuestro corazón al Señor, una semilla – la fe- entra dentro de nosotros y con el tiempo y escuchando la Palabra de Dios, se va transformando lentamente, hasta el punto de convertirse en un lugar generoso de nuestra vida, que pueda dar cabida a tantas realidades de nuestro alrededor necesitadas del amor y la misericordia de Dios.
Por medio de esta parábola, el Señor, nos está animando a que no descuidemos nuestra relación personal con Dios en la oración. Como nos dice el Salmo 34: “Gustad y vez que bueno es el Señor, dichoso el que confía en Él”. A tener necesidad de formación espiritual, sin descuidar nuestra atención a las realidades necesitadas de nuestra sociedad.
¿La parábola de la levadura que nos enseña? El Reino de los Cielos es como la levadura que hace que fermente y crezca toda la masa. Así hemos de ser los cristianos en la masa del mundo. Como esa levadura que fermenta y hace crecer el amor de Dios en medio de un mundo roto, herido, esa levadura que fermenta y hace crecer la luz de Cristo resucitado en un mundo oscurecido por el egoísmo y el individualismo imperante.
Estas son las parábolas del Reino de Dios, que nos ayudan e invitan a entender y vivir el proyecto de la Buena Noticia de Jesús en el servicio a la Iglesia y al mundo.
F. Álvaro García Romero
Capellán Hospital General