Manuel de Diego Martín

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8 de agosto de 2015

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Estos días está vibrando Ávila con la presencia de miles de jóvenes venidos de España y de algunos países europeos, para celebrar el V Centenario del Nacimiento de Teresa de Jesús. Albacete cuenta con la presencia de unos ciento cincuenta jóvenes, que es toda una hermosura. Este encuentro no es pues un festival musical de esos que reúnen miles, sino un encuentro  de reflexión, de oración para aprender a vivir con intensidad, siguiendo los pasos de esta santa mujer maestra de oración y de vida que es Teresa de Jesús.

Hace una semana estuve visitando la Exposición de las “Edades del Hombre” en Ávila y Alba de Tormes, dedicada a la Santa. Me dio mucha alegría, al entrar en la primera sala de la Exposición en el Monasterio de Santa María de Gracia, encontrarme con la Imagen de Ntra. Señora del Carmen del antiguo convento de los Carmelitas de Lietor (Albacete) una imagen tallada por Salcillo. Pero lo que más me gustó de este lugar fue lo que allí paso con la joven Teresa. Ella una chica tan lista, tan guapa, con tan buenos principio cristianos, tuvo unos tiempos de desconcierto que su padre pensó que tenía que hacer algo por aquella adolescente alocada.

De esta manera decidió llevar a su hija a este monasterio a ver si allí aprendía  cosas buenas. Y efectivamente, esta chica, en contacto con las hermanas, sobre todo con una gran religiosa, llegó a descubrir lo mejor. Nos lo cuenta ella en su Vida cuando nos dice que andaba por aquel entonces con mucho desasosiego en su casa y que antes de ocho días se encontraba en el Monasterio mucho más feliz. Había encontrado el sentido de su vida y de su vocación. Esto la llevará más tarde al Convento de la Encarnación y después emprendió la gran Reforma del Carmelo.

Así pues Teresa llega a ser una gran maestra de vida y de oración  Ella nos dirá que debemos llegar a ser amigos fuertes de Dios, pues flojos tiene muchos. Ella afirmará también que en la vida hay que saber tomar determinadas determinaciones, no podemos vivir en el aire, en el descompromiso permanente.

Nuestra cultura está caracterizada por todo lo contrario. El secularismo  ambiental nos lleva a prescindir de Dios. Y la cultura hedonista en que vivimos nos lleva a ser tan débiles, tan blandos, que de compromisos nada. ¡Qué suerte si nuestros jóvenes, que han peregrinado a Ávila se encuentran con el espíritu de Teresa que les haga comprender que arrimados a Cristo, encontrarán la gran columna que les haga fuertes en la vida. Y que ellos, a veces tan perdidos en tontadas vanas, lleguen a descubrir que lo más importante de todo en la vida es encontrarse con Dios, pues sólo El basta.