Manuel de Diego Martín

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1 de diciembre de 2012

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Estos días han salido a la luz dos noticias que han ocupado muchos titulares, y que han sido objeto de grandes debates en los medios, que a mi me parecen fuera de lugar. ¡Qué distinta manera tenemos los mortales de ver las cosas!

En primer lugar está el caso Urdagarín, que ha ido a visitar a su suegro al hospital. Sea responsable de lo que sea, ya la justicia lo pondrá en su lugar, ¿Por qué no puede ir este hombre a visitar al padre de su mujer enfermo, aunque este sea el mismísimo rey? No se trata de asistir a un acto institucional, se trata simplemente de una visita familiar.

Hay una obra de misericordia que nos invita a visitar a los enfermos. Aunque el visitador sea un bandido, tendremos que tener misericordia con él, para que él, a su vez, pueda ejercer esta misericordia con un familiar enfermo. Con respeto le llevad, decía el Alcalde de Zalamea cuando llevaban a ahorcar al Comendador. Pues este hombre también merece un poco de compasión cuando de lo que trata es de hacer algo tan normal como visitar a un enfermo. ¿Por qué convertirla en notición para hacer leña de él?

El otro tema es el de la mula y el buey de los belenes. El Papa ha dicho simplemente una obviedad, ha constatado que la presencia del buey y la mula no está consignada en los evangelios. Esto no quiere decir que no pongamos a estos animalillos en el establo, que vienen a ayudarnos a comprender la pobreza y abandono en la que nació nuestro Señor. Qué pena es que las ramas no nos dejen ver el bosque y que algunos se vayan por las ramas, diciendo, si todo es cuento, si hasta el Papa lo dice, y no podamos ver la grandeza del misterio, un misterio de amor envuelto en la más absoluta pobreza,  que la imaginación popular a expresado a través del buey la mula. No tengamos miedo de poner al buey y a la mula, que ellos darán al Señor el calor que a veces nosotros, los humanos, no le damos. Así dice la Escritura: “conoce el buey a su amo, pero este pueblo, Israel, no reconoce a su Señor”. Que el buey y la mula nos ayuden a reconocer y a dar calor al Niño Jesús.