Manuel de Diego Martín
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19 de diciembre de 2009
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Estos días se ha celebrado en Copenhague la cumbre sobre el cambio climático, con la presencia de muchos líderes del mundo. Da la impresión de que entre algunos de ellos existe la idea y, a su vez, quieren sugestionar a la opinión pública de que el nacimiento de muchos niños son causa de la destrucción de la tierra.
El sociólogo del Vaticano, el profesor Gotti Tedeschi, ha afirmado estos día en un importante diario Italiano, que son precisamente las políticas maltusianas, esas que no quieren niños, las que traen pobreza y están en la raíz de las crisis económicas. Dice el profesor que lo que ha traído la ruina a países superdesarrollados es la falta de natalidad. Por otra parte no faltan recursos, como dicen algunos, para dar a todos de comer. Lo que falta es voluntad moral para hacer que lo que hay pueda repartirse entre todos. Apela el profesor para confirmar su tesis a la autoridad del famoso economista y demógrafo Alfredo Savy que afirma que hay una correlación directa entre la población y el desarrollo económico.
Nos preparamos a celebrar el misterio inefable de la Navidad. Los Ángeles anunciaron al mundo una gran noticia: “nos ha nacido un Niño”. Dios quiere que nunca oigamos esta mala noticia “Desde ahora, procuraremos que no nazcan niños, o por la buenas, o por las malas”.
Desde el mensaje de Navidad la futura ley del aborto libre brilla por su maldita oscuridad. Es como un puñetazo al corazón y a la conciencia de todo hombre de bien.
Nos ha nacido un Niño. Pues bien, que nazcan muchos niños en familia. Que todos tengan una mamá como María y un papá como José. Entonces si que el mundo se llenará de vida y de futuro.