Manuel de Diego Martín

|

27 de octubre de 2012

|

162

Visitas: 162

Hoy la primera idea que me vino a la cabeza es dedicar mi reflexión al triste suceso que ha hecho que el pueblo del Salobral fuera noticia en toda España. ¿Merece la pena lamentarse más y ahondar en las causas que llevan a estos trágicos hechos? Ya sabemos que estamos en una sociedad enferma. Pero los creyentes en Jesús afirmamos que nunca puede faltar la esperanza. Así pues para confirmar esto me voy a otro pueblo de la provincia en el que se ha producido una gozosa noticia, aunque casi nadie se haya enterado.

El domingo pasado, día del DOMUND, en el Monasterio de Santa Magdalena de las Franciscanas de Alcaraz, dos jóvenes keniatas, sor Ángela de la Cruz y sor Isabel hacían sus votos de consagración. Llegaron hace dos años y después de una seria preparación, llegó el gran día de entregar su vida al Señor dentro de esta comunidad religiosa para dedicarse en el silencio contemplativo a la oración y al trabajo.

Fue una celebración hermosísima presidida por nuestro Obispo. En su homilía, puesto que era un día misionero, hizo referencia a esos evangelizadores de la vieja Europa que fueron a aquellas tierras a llevarles el evangelio de Jesús y con el evangelio todos los valores de la promoción humana. Ahora estas jóvenes educadas en familias cristianas han sentido la vocación a la vida consagrada y han optado, dejando a los suyos, por venir hasta aquí para ayudar a revitalizar con nueva juventud nuestros monasterios. Y es que para el evangelio no hay fronteras, y desde que el Hijo de Dios se ha encarnado en el mundo, como dice el Papa Benedicto, estemos donde estemos, todos estamos en nuestra casa.

Me llegó a emocionar el momento en que las dos jóvenes religiosas, con unos paños africanos sobre sus hábitos, en el Ofertorio presentaron una danza africana, acompañadas en el ritmo y música por unos compatriotas, religiosos franciscanos. También fue emotivo el momento en que cada religiosa de la comunidad fue abrazando a cada una de las profesas para decirles somos hermanas.

En momentos en que vivimos los zarpazos del mal que llevan hasta las muertes más crueles, en tiempos en que se despiertan ideologías que llevan a la secesión y a crear fronteras, este acontecimiento de Alcaraz nos hace comprender la fuerza del Espíritu de Jesús que quiere unir a todos los pueblos en una sola familia.