Antonio García Ramírez
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7 de junio de 2024
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Fe en tierra extranjera. La historia de las dos mujeres entre la multitud, del pasado domingo, son historias de fe viva. Las dos historias ocurren en tierra extranjera. Entre paganos o gentiles, lo cual era para el judaísmo del siglo I una ruptura en toda regla. Estos relatos son el preludio de lo que estaba ya pasando cuando se redactan los evangelios. Las fronteras se atraviesan por tierra y mar. El evangelio de salvación en Cristo se pregona en el griego común que era el idioma comercial como ahora lo es el inglés. Jesús no es Pablo, apenas abandona el territorio israelita, pero en su mensaje liberador encontraron el ímpetu y arranque misionero los primeros cristianos.
Falta de fe en su patria. En contraste con lo vivido en la Decápolis, la vuelta a Nazaret, su patria, es para Jesús un verdadero fracaso. Al igual que en el relato de la pasión, Jesús es rechazado. Las personas con las que había vivido su fe durante toda su vida, ahora le sorprenden por su falta de fe. Ayer como hoy, lo que viene de fuera resulta novedoso, atractivo y seductor. Lo conocido, lo familiar, lo sencillo, permanece oculto y es despreciado. Este relato lleno de realismo y tristeza serviría a los primeros discípulos para sobrellevar también ellos el alejamiento de sus familias, la pérdida del honor al no continuar el oficio y las costumbres de sus ancestros.
En continuo viaje. El fracaso del profeta en su propia tierra no detuvo la misión de Jesús. Al contrario, parece una estación dentro de otras tantas. Hay que pasar por el rechazo y la incomprensión para asumir el evangelio de la cruz. Cruz que es mucho más que el desenlace de una feliz historia. Ponerse en camino y volver la vista atrás como dice el poeta y descubrir que todo el devenir está por delante. Que los orígenes trazan nuestra personalidad, pero no determinan el destino. El nazareno universal y caminante que es Cristo nos envía su espíritu para que no nos desanimemos ante las dificultades del camino. Los prejuicios siguen ejerciendo su poder. Son muchos los que buscan cualquier excusa para dejar de avanzar. No olvidemos: estamos en continuo viaje.
Antonio García Ramírez
Párroco San Isidro, Almansa