José Joaquín Tárraga Torres

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21 de enero de 2024

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Nadie es profeta en su tierra, dirá Jesús. Sin embargo, arrestan a Juan Bautista y Jesús se refugia en su pueblo, junto a los suyos, en su tierra. Y es allí donde elige a sus amigos. Formará un grupo que le acompañará en ese proyecto ilu­sionante y transformador que es la construcción del Reino de Dios. Un grupo basado en la confianza y amistad.

Los primeros discípulos no son grandes doctores de la ley ni grandes capitalistas de la época. Son personas humildes, sencillas y ganan su salario con el sudor de cada día. No son personas ociosas sino en actitud de búsqueda y tra­bajo.

Jesús comienza su predicación en su tierra, junto a los suyos. Después de resucitar, volverá a decir a los discípulos que les espe­ra en Galilea, donde empezó todo. Las cosas importantes empiezan en lo pequeño, en lo próximo, en el día a día. Miremos nuestra pro­pia vida y reconozcamos el valor de lo cotidiano, de lo familiar, de lo cercano a cada uno de nosotros.

Seguro que cerca de nosotros, en nuestra tierra y en lo familiar hemos tenido también la protec­ción, el cuidado y la fortaleza de quien se siente amparado. Es aquí donde encontramos la fuerza para poder salir de nuestros afec­tos, seguridades y enfrentarnos a las incertidumbres de la vida. Solo creemos cuando salimos de la comodidad. Y aquellos prime­ros discípulos crecieron porque se pusieron en camino dejándolo todo.

También nosotros estamos llamados a crecer en nuestra vida. Enfrentarnos a los retos de esta sociedad actual. Jesús vuelve a llamarnos en lo más hondo para invitarnos a caminar junto a Él. Salir del hogar y de nuestro rin­cón de confort para responder a los desafíos que se nos plantean. Jesús vuelve a llamarnos. Y con deseo de crecer, dejando nuestros proyectos, nos marchamos con él.

José Joaquín Tárraga Torres
Delegado M.C.S.