Manuel de Diego Martín

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27 de julio de 2013

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Ayer en una entrañable y emocionada celebración, la parroquia de Nerpio, con todas sus pedanías, decía adiós a las religiosas Ursulinas de Jesús, en la actualidad presentes las Hnas. Eloisa, María Luisa y Julia que después de trabajar, ellas y otras que llegaron primero, durante treinta y dos años se marchan del pueblo. La marcha se debe a que su Congregación, a falta de vocaciones, tiene que cubrir otros puestos de más urgencia.

Esta congregación nació a mediados del siglo XIX de la mano de un sacerdote francés el P. Boduen, para llenar el vació espiritual que los aires de la Revolución Francesa iban dejando en muchos pueblos rurales. Su carisma es la encarnación, es decir, hacer que Dios esté presente en todas las capas de la vida humana, sobre todo entre los más pobres.

Con esta vocación llegaron a Nerpio. Han hecho de todo, acompañar a los vendimiadores temporeros que se iban a Francia, trabajar por la promoción de la mujer, en algunos tiempos crear escuelas de alfabetización y formación de adultos. Formación de líderes cristianos; preocupación continua de los enfermos, de los ancianos, de los disminuidos físicos. Animar litúrgicamente los domingos las comunidades de las aldeas. Han sido compañía, paño de lágrimas, en una palabra, ángeles para las gentes de Nerpio y su comarca durante muchos años.

Por una parte se van con mucha tristeza al dejar cosas tan queridas, gentes tan amadas. Pero también agradecidas de haber tenido la suerte de vivir en la Sierra de Albacete experiencias tan bonitas entre gentes tan buenas.

A la Diócesis no le queda más que mostrarles todo el agradecimiento por estos años vividos entre nosotros. Pedir al cielo que no les falten vocaciones, que haya chicas que quieren consagrar su vida a Dios para servir a los más pobres. Gracias por todo.