Manuel de Diego Martín

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25 de diciembre de 2010

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Me da mucha tristeza constatar el hecho de que ya muchos de nuestros niños no saben lo que es Navidad. Al preguntar el otro día a un grupo de chicos ¿qué es la Navidad?, la mayoría se iban por las ramas. Navidad, decían, es que llegan las vacaciones, vacaciones de la nieve, Papá Noel, los Reyes Magos, el tiempo de recibir regalos. Poco eran los que sabían o se atrevían a decir que en Navidad celebramos el nacimiento de Jesús.

La verdad es que hay en nuestros ambientes bastante gente laicista  que están encantados con que desaparezcan todos los símbolos que hagan referencia religiosa a la Navidad. De ahí esas polémicas que se dan ante el hecho de montar belenes en los lugares públicos.  Parecen decir que si algunos siguen creyendo en esas cosas, que se hagan belenes en sus casitas pero que no vengan a intoxicar el ambiente con estas ideas o manías. Hay que purificar los ambientes de mistificaciones supersticiosas, pues los lugares públicos deben ser aquellos en que todos se sientan a gusto.

Estos días se han hecho públicos dos documentos del Papa que tienen que ver mucho con la Navidad. En primer lugar está la Exhortación “Verbum Domini” en que nos dice que el cristianismo nace de un hecho histórico, algo que ocurrió hace dos mil años cuando la Palabra de Dios se hizo hombre en un niño pequeño  “nacido de mujer” (Gal 4,4). Así pues uno no es cristiano porque tiene unas ideas filosóficas o toma unas decisiones éticas. Uno es cristiano cuando tiene la suerte de encontrarse con este Niño, que está ahí en el surco de la historia. De igual manera que el descubrimiento de América no se puede ocultar o ignorar, este acontecimiento no puede por menos que estar visible a la mirada de aquellos que lo quieran contemplar.

El otro documento papal es el Mensaje que nos ha enviado para la Jornada mundial de la paz del próximo 1 de enero. Pide el Papa libertad religiosa para que todo el mundo pueda vivir este misterio a la luz del día, no a escondidas, pues a la esencia de los derechos de la persona humana pertenece también el poderse expresar en manifestaciones públicas, y esto no debiera ofender a nadie. Todo ser humano nos dice el Papa tiene derecho a la vida, pero también a la vida espiritual, y esta espiritualidad es propia de su identidad, por tanto tiene el derecho a  manifestarse en público tal como es.

¡Qué hermoso es que en las casas, en los colegios, en las calles, en los lugares públicos se puedan montar belenes! ¡Qué gozo da oír a los niños cantar villancicos allí donde estén!  Un acontecimiento de tal grandiosidad como es el hecho de que el Verbo Eterno, el Hijo de Dios se haya hecho hombre para traernos luz y esperanza en un momento de la historia, es de tal magnitud que no se debe ocultar. Querer imaginar un mundo sin Navidad  es hacerle más pobre, mas oscuro y más triste, pues la navidad tiene  como connotaciones esenciales la alegría y la esperanza.