Manuel de Diego Martín
|
22 de diciembre de 2012
|
444
Visitas: 444
El domingo pasado, en una celebración presidida por el Sr. Obispo, dimos cristiana sepultura en el Monasterio de Santa Clara de Hellín a la Hna. Esperanza. Esta religiosa nació en Yeste y falleció en este monasterio a los ochenta y nueve años habiendo vivido sesenta y dos de consagración al Señor como clarisa contemplativa.
Una de sus grandes virtudes como religiosa era la de ser una fiel observante de la regla y de las constituciones de su Orden. Tenía una finura especial para vivir el voto de obediencia ya que veía en ello la mejor manera de saber lo que Dios quería y así cumplir con mayor fidelidad su santa voluntad.
En su prolongada vida como religiosa ha ejercido dentro de su comunidad deferentes servicios, tales como el de enfermería, de cocina y el de provisora. Y todo lo llevaba con la mayor diligencia, dedicación y eficacia. Transmitía una gran alegría a la comunidad propia de un alma totalmente entregada al servicio de Dios y de sus hermanas.
Podemos decir que ella vivió plenamente el carisma de Santa Clara, cuyos pilares son la fraternidad, la oración contemplativa y la minoridad. Era fraterna con sus hermanas y con todos con quienes trataba. Era una mujer orante, humilde y sencilla.
En su última etapa, dentro de la enfermedad, ha mostrado una fortaleza muy grande, nunca salió de ella una queja, sino que todo lo ofrecía, aún en medio de grandes sufrimientos, al Señor con gran entereza Y de sus labios, cuando le preguntaban, no le salía otra expresión que la de “yo estoy bien” Era conmovedoras las oraciones de sus últimos días cuando ya apenas se le entendía lo que decía: “Señor, soy tuya, quiero tu gloria, que se haga tu voluntad. Ya quiero irme contigo…”.
Pues bien, ya se ha ido. ¡Qué bien se muere cuando se vive bien! Que S. Francisco y Santa Clara la reciban en el cielo para celebrar la Navidad del Año de la Fe. Y que la Comunidad de Clarisas de Hellin siga en ese camino de fidelidad al Señor que caracterizó a la Hna Esperanza. Y ya que ellas tienen la suerte de ser una Comunidad joven, a la que Dios bendice con nuevas vocaciones, ayuden con sus oraciones a nuestra Diócesis a renovarnos para seguir evangelizando, es decir para anunciar a Jesucristo a todas nuestras gentes.