Manuel de Diego Martín
|
24 de noviembre de 2012
|
203
Visitas: 203
Hoy celebramos el día de los sin techo con el siguiente lema: “Son derechos, no regalos. Nadie sin hogar”.
Este viejo problema de los que no tienen un techo para cobijarse ha cobrado rabiosa actualidad a causa de la crisis económica y los consiguientes desahucios. Se ha llegado a esa dramática situación de tantos desesperados, algunos han llegado al suicidio, que ha puesto en pie a la ciudadanía para protestar que las cosas no pueden seguir así. Es de agradecer que los poderes públicos hayan reaccionado para encontrar leyes que frenen los desahucios. Ahí está ese nuevo decreto ley que muchos consideran insuficiente, porque no soluciona casi nada. Habrá que seguir buscando soluciones ante un problema tan grave.
La palabra techo viene del latín y significa protección. El ser humano desde que nace debe estar protegido. No puede quedar a la intemperie en donde los hielos lo congelen, los calores lo abrasen, los perros lo muerdan, o los borrachos o energúmenos de la noche, para gastar gracias pesadas, lo maten. Todo el mundo debe vivir protegido.
Cuesta entender que en nuestro entorno social, que decimos civilizado, haya tantas casas vacías, o porque no se han vendido, o porque sus moradores murieron, y a la vez haya tanta gente durmiendo en la calle, de cualquier manera, peor que los animales. A mi, como cura, que he tenido la suerte de vivir en casas grandes y sólo, muchas veces se me ha partido el alma al tener que despedir a gentes con “el Dios te ampare, vete al cajero” y mis habitaciones cerradas. Pero ¿Qué podía hacer yo con gentes que no conocía?
El día de los sin techo es una llamada a tomar conciencia de lo que podemos hacer para que esto no suceda. Trabajemos por una sociedad más justa en la que haya trabajo para todos. Defendamos con uñas y dientes la familia de toda la vida, que de verdad haya verdaderas familias, comunidades de amor. Que los niños y jóvenes crezcan en hogares cálidos, que a través del trabajo y esfuerzo se preparen a formar nuevos hogares. Y que nuestros políticos hagan leyes justas sobre la vivienda, las hipotecas, los alquileres, para que todo el mundo tenga la oportunidad de tener una casita donde cobijarse. Remando todos en la misma dirección puede ser que un día no veamos a gentes durmiendo en los parques, cajeros o casas hundidas que tanta pena nos dan.