Manuel de Diego Martín

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15 de septiembre de 2007

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El pasado día 12 de septiembre se celebró en Hellín el 71 aniversario de la muerte de D.Fortunato, el que fuera párroco de la Asunción, y fuera a su vez asesinado en las afueras del pueblo, en la carretera de Pozohondo.

Todos los años se le ha recordado en esta fecha, pero este año se ha querido que el recuerdo sea especial, puesto que el próximo mes de octubre será elevado a los altares. Es una manera de ir preparando el corazón y la mente de tantos hellineros que se preparan a participar en la beatificación, ya que este buen párroco de Hellín tanto significa para ellos. Se programó un Rosario y una Misa a la precisa hora en que D.Fortunato encontró la muerte.

Me llegaron al alma las palabras que el actual párroco de la Asunción, D. Victoriano, pronunció al decir aquello de que a esta hora, al amanece, nacía para el cielo D. Fortunato, un santo. Recordaba que el evangelio que acabábamos de leer, las bienaventuranzas, se cumplían plenamente en él. “Dichosos vosotros cuando os persigan a causa de mi nombre” D. Fortunato no hizo más que el bien a su pueblo, y como buen pastor, por amor, no abandonó a los suyos en aquellas horas difíciles Lo mataron simplemente por ser sacerdote.

En el santo rosario de la aurora se recitaron las letanías en latín. Nos recordaba el animador, ¡qué bien suenan estas plegarias bajo estas bóvedas, rezamos como si entre nosotros estuviera D. Fortunato, como rezaba él!

Un momento especialmente emotivo para mí, fue cuando en la plegaria eucarística me tocó levantar el cáliz, el mismo con el que el futuro beato celebraba la santa misa, y al decir: “Por Cristo, con El y en El…” veía en el cáliz la sangre de Cristo, pero también la de D. Fortunato dando gloria y honor al Padre.

Así pues vivimos una efeméride con recuerdos amargos, pero también gozosos. Amargos al recordar esa muerte tan injusta provocada por unos pobres “mandados” víctimas de una ideología ciega, el marxismo ateo que creía que la fe en Jesús era enemiga de los pobres. Pero por otra parte, un recuerdo gozoso, porque esa mañana nacía un santo por ese testimonio heroico de amor que nos dejó D. Fortunato.

Que el recuerdo de este mártir, el de los otros mártires de la diócesis de Albacete y los de toda España nos ayuden a que nuestro compromiso con la historia sea empujar la vida humana a mayores cotas de fraternidad y de justicia. Que nunca más mueran hombres al amanecer tirados salvajemente en las cunetas.