Manuel de Diego Martín

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11 de abril de 2009

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El viernes santo ante la Cruz no pude por menos que hacer dos preguntas desde el más profundo dolor de mi alma. Una dirigida al Padre del cielo y otra a Jesús mismo.

Padre, ¿por qué has permitido que tu Hijo amado tuviese que pasar por la muerte más ignominiosa que se pueda imaginar? ¿Es que no había otro modo de salvar a la humanidad? Y mi pregunta a Jesús: “¿Es que merece la pena dejarse la piel, la vida por esta humanidad tan desagradecida?”. Hay mucha gente que pasa de ti, a quienes tu evangelio les estorba. No intentes meterte en sus vidas, que cuanto más lejos estés de ellas más a gusto vivirán

¿No te das cuenta de la mala sombra que hace a muchos las palabras de tu vicario en la tierra?

Y la respuesta del Padre y del Hijo no han sido otra que la de decirme que todo lo que ha ocurrido no tiene otra explicación que ser una respuesta de amor. Los que aman con locura no pueden tener otra respuesta que no sean locuras de amor.

Hoy domingo el mundo ya no es el mismo que ayer. Hoy la desesperación puede convertirse en esperanza. Hoy las familias italianas aplastadas por la cruz del terremoto, pueden enterrar a sus muertos y velar a sus heridos sin hundirse en la desesperación. Muchos de estos familiares habrán cantado estos días: “victoria, tú reinarás, oh Cruz, tu nos salvarás”.

Hoy domingo de buena mañana, he visto pasar al Bus que llevaba un montón de gente al cementerio. Van al cementerio a visitar a sus difuntos y me he dicho para mí mismo, gracias a la resurrección de Cristo, van al lugar de la esperanza.

Hoy domingo, de mañana, me he encontrado unos chavalotes que estaban rebuscando entre los plásticos los cascos de botella con restos de alcohol que dejaron anoche los chicos del botellón y me he atrevido a decirles recordando las palabras del evangelio “no busquéis entre los plásticos el alcohol, ahí está la muerte”. Y me han contestado y quiero entender su respuesta: “con esto de la crisis, llevamos una vida tan mala, que esto nos hace vivir”. Les he dicho que esto no les ayuda a vivir, esto es empeñarse en morir. Quien nos ayuda a vivir es Jesús resucitado. Me han mirado con una leve sonrisa, diciendo de qué va este hombre. No se han dado cuenta que vestido de chándal quien les hablaba era un cura.

A todos hoy os deseo FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN