Manuel de Diego Martín
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10 de febrero de 2007
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Estos días celebramos la Jornada de Manos Unidas conocida entre las gentes como la Campaña contra el Hambre.
El último informe de la FAO. (Un organismo que tiene como misión erradicar el hambre en el mundo) nos dice que el hambre en el mundo sigue estacionada. Unos 870 millones, en su mayoría africanos, están condenados a morir de hambre y si la tierra sigue calentándose los hambrientos irán in crescendo.
A la vez que contemplamos esos millones de esqueletos humanos, que con una mirada tierna, suplicante nos piden por favor un trocito de pan, tenemos en el hospital a un hambriento de lujo, que se ha propuesto pasar hambre porque así lo quiere. Y se morirá de hambre si no le dan lo que exige. De Juana no tiene una mirada de súplica, sino altanera, despectiva, desafiante Dice que no se arrepiente de sus veinticinco asesinatos, y si tuviera que seguir matando por conseguir sus objetivos, lo seguiría haciendo. Y como lo tienen confinado no puede matar a nadie. Pero como sigue siendo terrorista, y lo suyo es matar, no le importa matarse a sí mismo con tal de conseguir su meta.
Deseamos que De Juana entre en razones y por respeto a todos esos millones de hombres que no pueden comer por no tener de qué, que coma lo que tiene a su alcance. Y por solidaridad con toda esa inmensidad de gentes que no tienen ningún servicio médico, ni siquiera una simple aspirina, nos parece que no tiene derecho a seguir en su locura ocupando la media planta de un hospital. ¡Qué buena labor harían algunos de esos cuidadores del terrorista en un dispensario africano!
No queremos que De Juana Chaos se muera de hambre. Pero si se muere allá él, es su problema. Me parece bien que los servicios públicos hagan lo posible por impedirlo, pero sin excesivos lujos pues hay muchísima gente que nadie cuida de él. Por el contrario el que mueran tantos millones de hombres sin querer morir, eso sí que es nuestro problema: Un sangrante problema infinitamente mucho más grande que la huelga de hambre del terrorista Chaos.