Manuel de Diego Martín
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6 de agosto de 2011
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El miércoles pasado los misioneros de Albacete que este año han tenido la suerte de venir de vacaciones tuvieron el encuentro que cada año el Sr. Obispo celebra con los misioneros que nos visitan. Tuve la suerte de participar de dicho encuentro y recordar mis años de misionero en África.
La reunión comenzó con la Eucaristía, para seguir con una merienda cena. Naturalmente lo más grande del encuentro fue el vivir juntos el misterio de nuestra fe, el misterio del Amor de Dios hecho pan partido en todas las latitudes del mundo. Pero fue muy interesante, al final de la cena, la puesta en común de las experiencias que cada uno vive en sus respectivas misiones. Son relatos que invitan a la esperanza, pero también hay momentos en que el alma se encoge al ver también tanta pobreza y sufrimiento en el mundo. Los misioneros nos contaros historias de Guatemala, Argentina, Colombia, Camerún, el Congo, Guinea…
Pudiéramos señalar como puntos preocupantes, en primer lugar la pobreza, lugares en que se viven unas carencias y unas necesidades que nosotros, aún en tiempo de crisis, no nos podemos imaginar. Es remarcable también, sobre todo en algunos lugares de Hispanoamérica, el ambiente de violencia en que se vive, cuando la vida de un hombre vale tan poco, muere uno, mueren mil asesinados y aquí no pasa nada. También hicieron notar la corrupción que en algunos países se vive ya sea en las estructuras políticas o en las sociales como la cosa más normal del mundo. Nos hablaron del daño que hace el azote de las sectas en los pueblos hispanos socavando la fe cristiana de la gente sencilla.
Pero ante todo quedó en todos una palabra para la esperanza. El bien inmenso que nuestros misioneros hacen en el orden social, en la promoción humana. Y sobre todo saber que el anuncio de la buena noticia de Jesús sigue adelante y el ver cómo surgen comunidades vivas de cristianos que son la mejor esperanza de progreso, justicia y fraternidad entre los pueblos. La diócesis de Albacete puede estar orgullosa de sus misioneros.