Manuel de Diego Martín

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13 de junio de 2015

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El viernes celebramos la fiesta del Sdo. Corazón de Jesús. Esta fiesta nos recuerda el amor entrañable que a corazón abierto nos tiene nuestro Padre Dios y que lo manifiesta en su Hijo Jesús. Este amor fue revelado de una manera especial en el siglo XVII a Santa Margarita María de Alacoque. En el siglo XIX al beato Bernardo Hoyos en el Templo de la gran Promesa de Valladolid. Y en el siglo XX el mensaje de la Divina Misericordia  se manifestó a la monja polaca Santa Faustina Kowalska. El mensaje se repite: aquí está el Hijo de Dios que tanto nos ama y que a cambio recibe tanto desamor.

La Misericordia de un Dios amor es un tema nuclear que aparece transversalmente en toda la Sda. Escritura. Lo encontramos en el primer libro del Génesis con la gran promesa de salvación para el hombre y termina el Apocalipsis con el anuncio de los cielos nuevos y la tierra nueva que Dios quiere dar a sus hijos.

El Papa Francisco ha querido para el siglo XXI declarar un año jubilar de la Divina Misericordia que empezará el próximo 8 de diciembre. Lo ha hecho a través de la Bula “Misericordiae vultus”, es decir “el Rostro de la misericordia” y quiere hacernos ver la misericordia de Dios para que nosotros seamos también misericordiosos. Nos dirá que la misericordia es la viga madre que sostiene a la Iglesia. Nos recordará también que la misericordia e la única fuerza capaz de vencer la violencia y la injusticia en el mundo y nos animará en este año a curar la llaga putrefacta que puede haber en nosotros y que se llama dureza de corazón.

Estos días hemos asistido a los debates de nuestros políticos mientras se repartían la tarta del poder. A veces nos preocupaba el lenguaje duro, que a veces llegaba al insulto, y la violencia con la que a veces defienden sus posiciones. Tal vez muchos políticos son fieles discípulos de Maquiavelo que decía que el Principie no tiene otro objetivo que hacer la guerra y para triunfar un gobernante eficaz no debe tener piedad y misericordia. El Corazón de Jesús les diría hoy que lo que busca en nosotros es misericordia, no dureza de corazón.

Pudiéramos decir que Maquiavelo nos invita a actuar tal como el cuerpo nos pida. La fiesta de hoy nos dice que debemos actuar tal como nos pide el alma, como nos pide un buen corazón. No podemos olvidar nunca que la dialéctica del amor trae la paz. La dialéctica del poder, sin amor, normalmente traer la guerra de todos contra todos. Es lo que decía el filósofo Hobbes, contemporáneo de Maquiavelo. Nosotros no queremos esto, porque Dios amor tampoco lo quiere.