Juan José Fernández Cantos

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19 de enero de 2025

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En ocasiones, denostamos la religiosidad popular porque la encontramos poco formada y cercana a la idolatría. Por eso, he querido en esta ocasión relatar una noticia que llegó a los medios estas navidades.

 

Actualmente se exhibe en el Museo Arqueológico de Frankfurt un pequeño amuleto de plata de apenas 3,5 centímetros. Este encierra un raro testimonio cristiano. Mediante una tomografía, se ha logrado descifrar el texto escrito en una fina lámina enrollada en su interior, y su contenido ha revelado que el cristianismo se extendió al norte de los Alpes ya en el siglo III.

 

Además de ser el texto cristiano más antiguo de Europa del norte, su interés radica en que es netamente cristiano y refleja una vivencia popular del cristianismo, algo muy raro en esta época.

 

El amuleto se encontró en 2018 a las afueras de la localidad natal de Goethe, durante las excavaciones de un cementerio de la antigua ciudad romana de Nida.

 

Una de las tumbas, la número 134, llamó particularmente la atención. Datada entre el año 230 y el 270 d.C., contenía el esqueleto de un hombre de entre 35 y 45 años, que bajo su barbilla conservaba una cápsula de plata. El pequeño recipiente, que probablemente llevó en vida colgado de una cinta alrededor del cuello, albergaba una fina lámina enrollada, también de plata, con una misteriosa inscripción.

 

La pieza fue restaurada en el Museo Arqueológico de Frankfurt. Algunos trazos de los márgenes se perdieron tras siglos bajo tierra y, aunque los añadidos propuestos están abiertos al debate, el texto dice así: «(¿En nombre?) de San Tito / ¡Santo, santo, santo! / ¡En el nombre de Jesucristo, Hijo de Dios! / El Señor del Mundo resiste todos los ataques (?) / contratiempos (?) con [¿fuerza?] / El dios (?) da / entrada al bienestar. / Este medio de salvación (?) protege / a la persona que / se entrega a la voluntad / del Señor Jesucristo, Hijo de Dios, / ya que ante Jesucristo / toda rodilla se dobla: las del cielo, / las de la tierra y / las de debajo de la tierra, y toda lengua / confiesa (a Jesucristo)».

 

El mensaje descifrado confirmó la finalidad protectora del amuleto mágico, destinado a espantar a los demonios y amparar a su portador. La invocación “Santo, santo, santo”, solo se conocía en la liturgia cristiana a partir del siglo IV d.C., y la mención a San Tito, alumno y confidente del apóstol San Pablo, tampoco se había atestiguado en época tan temprana. El mensaje también contiene al final una cita casi literal de dos versículos de la carta a los Filipenses (Fil. 2, 10-11). El amuleto nos revela una vivencia popular del cristianismo ya en sus orígenes. Algo que nos invita a reflexionar sobre de dónde venimos.