Manuel de Diego Martín
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25 de enero de 2014
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Hoy domingo celebramos la Jornada de la Infancia Misionera con el lema: “Los Niños ayudan a los niños”
El objetivo de esta jornada es despertar en los niños el espíritu misionero. Con frecuencia preguntas a los niños de catequesis: “¿Qué es un misionero, qué hace un misionero?”. Enseguida levantan manos y responden: los que se van lejos, los que ayudan a los demás, los que dan de comer a los pobres. Tienes que decirles que responden bien, pero estas cosas las hacen mucha gente y no por eso los llamamos misioneros. Al final alguien te dice: pues el que enseña a otros a conocer a Jesús. ¡Bravo!, le respondo, tú has dado en la diana.
Hay que recordar a los niños que todo lo que han dicho antes es verdad. Un misionero que va a los países más pobres del mundo, no puede por menos que ayudar con todas sus medios para que aquellas gentes tengan comida, medicamentos, escuelas… Pero para los misioneros la tarea primera, la más importante de todas es enseñarles a conocer a Jesús.
Hace más de cien años un obispo de Lyon decía a unos niños: Vosotros podéis ayudarme a salvar niños en China. Y le preguntaron: ¿Cómo? Pues rezando cada noche un avemaría por los misioneros y sacando algo de vuestras huchas para ayudar a las misiones. De esta manera nació esta realidad tan hermosa como es Infancia Misionera.
En aquellos tiempos ser misionero era irse a países lejanos. Así pues los niños no podían ayudar más que con oraciones y limosnas. Pero hoy el Papa nos habla de la Nueva Evangelización. Esto significa que ahora tenemos que ser misioneros también aquí, en nuestros pueblos, porque ya hay muchos niños que no conocen a Jesús. Junto a los niños cristianos se sientan en las aulas niños que no han sido bautizados, a quienes nunca les hablaron de Jesús. Los niños misioneros son aquellos que intentan hacerse amigos de todos, sean blancos, negros, vengan del norte o del sur, todos son sus amigos. Y cuando venga la oportunidad, de una manera amable y cariñosa, un niño puede hablar a otro de Jesús. ¡Qué hermosura ver a un niño que es capaz de hablar a otro de Jesús!
El niño misionero también se da cuenta de que en un mundo en el que hay tantos niños que mueren de hambre, Jesús los llama a ser generosos, solidarios, nunca pueden cerrarse en su egoísmo o en sus caprichos. El niño misionero es aquel que sabe romper su hucha para compartir lo suyo con los más pobres. Es lo que hizo Jesús, y él quiere hacer lo mismo. Y así cumple el eslogan del año: “Los niños ayudan a los niños”