Manuel de Diego Martín

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25 de junio de 2011

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Los Cursillos de Cristiandad tienen entre sus actividades las llamadas ultreyas.  Estas consisten en encuentros de cursillistas  para poner en común sus proyectos, sus experiencias y tener momentos de oración. Hay ultreyas locales, diocesanas, inter-diocesanas, nacionales, y en momentos especiales, hasta  internacionales.

El pasado día 18 participé en Toledo en una ultreya ínter diocesana, de las diócesis de Castilla la Mancha y de Madrid. Participaron en ella unos seiscientos cursillistas.  De Albacete sólo éramos tres. Estamos  trabajando con ilusión para que los Cursillos de Cristiandad vuelvan a revivir entre nosotros.  En esta nueva etapa se han hecho ya dos cursillos y esperamos que se vayan haciendo más y que un día den tanto fruto para reavivar nuestras parroquias  como en aquellos tiempos pasados.

Dentro del encuentro, Álvaro, un joven cordobés profesor de universidad y rector de cursillos,  expuso a través de una profunda reflexión el tema “evangelizar hoy y siempre” Desde su experiencia personal, desde su condición de  seglar y su compromiso con el apostolado,   ya que es delegado diocesano de pastoral, nos hizo comprender la responsabilidad que tenemos todos los que conocemos a Jesús, de llevarlo hasta los últimos rincones. En un mundo roto, nos decía, y de tantas oscuridades Jesús es la gran luz, la gran esperanza.

Llegamos a tocar un poco el cielo cuando llegó el concierto-oración  que nos brindó un coro orquesta de jóvenes cursillistas de Madrid. Ellos oraban y cantaban, pero lo más hermoso es que nos hacían cantar a todos, a través de las pantallas,  salmos e himnos de alabanza al Señor. Ciertamente provocaron  momentos de gran  emoción y exaltación religiosa.

Y  llegó a la hora de presentar testimonios.  Cada diócesis, de las ocho que estábamos, tenía que presentar un testimonio.  Cuando subían los representantes al estrado, cada uno era acompañado por el griterío y aplauso de los suyos.  Cuando tocó el turno a la nuestra, a Llanos, sólo éramos dos para animarla.  Pero,¡ amigo!,  en cuanto empezó a hablar, enseguida la sala quedó impactada, en un silencio total,  que hasta el mismo Arzobispo, que la tenía al lado, me pareció que la miraba de una manera muy especial. Al final, el testimonio de Albacete se llevó el aplauso más cerrado de la tarde.  Que este aplauso nos anime a la gente de nuestra diócesis a seguir adelante, y  en la próxima ultreya estaremos muchos.