Francisco San José Palomar

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16 de enero de 2021

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Los textos litúrgicos de este domingo ofrecen dos “llamadas”o invitaciones de Dios a seguirle. Son “momentos vocacionales” referidos al profeta Samuel y a los primeros apóstoles. Y en ambos pasajes encontramos “mediadores”que ayudan a esclarecer la llamada, para Samuel el sacerdote Elí, y para los apóstoles Juan Bautista al señalarles a Jesús diciéndoles: “Este es el Cordero de Dios”.

Es admirable la diligencia de Samuel, su disposición a escuchar a quien le ha llamado y la respuesta que dio: “Habla, Señor, que tu siervo te escucha”.  De igual manera, estos primeros apóstolesson dignos de admiración por la presteza con que siguen a Jesús y su entusiasmo por Él, pues enseguida van en busca de Pedro y guardan el recuerdo de aquella hora inolvidable del encuentro: “Serían las cuatro de la tarde”.  

También hoy Dios sigue llamando con amor a hombres y mujeres, a jóvenes, chicas y chicos a “estar con Él” y para el “testimonio” en medio de la sociedad actual. 

Es llamada o vocación para el testimonio y el servicio del Evangelio. Vocaciones laicales y sacerdotalesen medio del Pueblo de Dios y en medio de la sociedad actual. Personas que cultivan una amistad sincera y profundo amor a Jesucristo, – dentro de su imperfección y limitaciones – pues, al decir del papa Francisco, no se trata de ser “funcionarios”, sino “testigos veraces” del Señor. 

Creo conveniente traer aquí un texto clarificador del Vaticano II, LG 32:                      

“Por tanto, el Pueblo de Dios, por El elegido, es uno: «un Señor, una fe, un bautismo» (Ef 4,5). Es común la dignidad de los miembros, que deriva de su regeneración en Cristo;comúnla gracia de la filiación; comúnla llamada a la perfección: una sola salvación, única la esperanza e indivisa la caridad. No hay, de consiguiente, en Cristo y en la Iglesia ninguna desigualdadpor razón de la raza o de la nacionalidad, de la condición social o del sexo, porque «no hay judío ni griego, no hay siervo o libre, no hay varón ni mujer. Pues todos vosotros sois «uno» en Cristo Jesús» (Ga 3,28 gr.; cf. Col 3,11).

Comprendamos, de una vez por todas, que la vocación cristianaes llamada de Dios a todos para el seguimiento de Jesús y el servicio al Reino de Dios.