Manuel de Diego Martín

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2 de octubre de 2010

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El miércoles pasado en la parroquia de la Estrella, en la fiesta de los santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, las Hermanas Operarias del Divino Maestro, conocidas aquí entre nosotros las monjas del “Cerrico”, celebraron el centenario de su fundación. Presidió la Eucaristía el Sr. Obispo acompañado de varios sacerdotes y numerosos fieles y amigos de la Obra Avemariana que llenaban el templo.

En este mismo día celebraban también el santo de su fundador, el venerable D. Miguel Fenollera Roca. Este buen sacerdote valenciano, impresionado por la pobreza de algunos barrios, en que los niños no tenían escuela, al conocer la obra del P. Manjón de las escuelas del “Ave María” de Granada, quiso hacer algo parecido. Más aún, para dar continuidad y vigor a esta obra educativa, fundó una nueva congregación. Así las “Avemarianas” nacieron en Valencia en 1910.

Después de fundar en Vallecas, todos sabemos lo que significaba este nombre en aquel entonces, llegaron a Albacete en 1945. Su lugar de aterrizaje, buscando en la geografía a los más pobres, no podía ser otro que el Cerrico la Horca. Los mayores tal vez recuerden, los jóvenes no pueden imaginarse lo que era aquel barrio en los años de la postguerra.

En el año 1970 siendo un joven cura puse por primera vez mis pies en el Cerrico. Lo visité muchas veces, acompañado de seminaristas y de jóvenes militantes cristianos que querían ayudar a las Hermanas en las tareas de promoción del Barrio. Yo mismo colaboré con charlas en los talleres de formación de mujeres ¡Qué labor más hermosa han llevado a cabo esta hermanas a lo largo de estos sesenta y cinco años en este Barrio! Ellas ciertamente pueden presumir de que están con los “últimos”, pues en verdad todos aquellos que han encontrado un mejor nivel de vida cultural, económico o social, han volado hacia otros lugares. Ellas siguen en el mismo sitio.

Cien años por tanto para dar gracias a Dios por el regalo de estas religiosas, que inspiradas en el carisma de aquel buen sacerdote Miguel Fellonera, consagraron su vida para ayudar a vivir a los más pobres. De este regalo, también la diócesis de Albacete, el Barrio de la Estrella es beneficiario.