Manuel de Diego Martín
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12 de septiembre de 2009
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Estamos en el mes de septiembre y con él la vuelta al cole. En muchos chavales habrá como una sensación de fastidio ante el hecho de tener que dejar las dulces vacaciones para volver al rollo de los libros, de los temibles exámenes, de las horas de aburrimiento en las aulas. Tal vez el encuentro de nuevo con los amigos dulcifique un poco la vuelta.
¿Cómo hacer entender a los críos que la vuelta al cole es una suerte, es un regalo del cielo? Yo he vivido muchos años entre niños que no tenían cole, y lo recuerdo como una pesadilla. En otros tiempos se nos decía: “chico, quieres ser algo en la vida, quieres encontrar un buen trabajo, pues estudia”. Pero ahora, ante este razonamiento, pueden responderte: ¿“para qué estudiar, si al final lo que te vas a encontrar es el paro?”.
Un poeta dijo aquello de que el libro es un arma de futuro. Ahora que este futuro es tan negro, vemos más claramente, comprendemos mejor que sin libros no hay futuro. En mis contactos con los chavales, qué pena he sentido siempre, cuando veía que criaturas con buena capacidad para el estudio, con medios económicos, con una gran ilusión de sus padres de que estudiasen, terminaban ahorcando los libros. Y me decían: “vah, mi padre o los amigos de mi padre me van a encontrar enseguida un buen trabajo. Y así era. De esa manera se liberaban del fastidioso estudio, de los odiados exámenes, y siempre tenían, para envidia de sus compañeros estudiantes, cinco mil pesetas en el bolsillo para el fin de semana, que para eso se lo ganaban trabajando. Ahora no vale decir, no quiero estudiar, pues a trabajar. Ahora ocurre casi lo contrario, quieres trabajar, no tienes mas remedio que formarte bien, es decir, estudiar.
¡Qué pena que nuestra España esté a la cabeza de tantas cosas malas! Somos líderes en el fracaso escolar, vamos a la cabeza de las tasas de paro. ¿Tendrá relación una cosa con otra? Tal vez sí.
Volvamos pues al buen camino, volvamos al libro, al esfuerzo por superarse, por formarse bien. Que pongamos en marcha todas nuestras capacidades intelectuales, técnicas, artísticas y veremos cómo la creación de riqueza está ahí a la vuelta de la esquina. Cuando un ser humano crece, es todo el conjunto es que se siente beneficiario. Desde esta óptica entenderemos muy bien que el verdadero futuro de nuestra España pasa por las aulas.