Manuel de Diego Martín

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4 de julio de 2015

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El lunes pasado celebramos la festividad de S. Pedro y S. Pablo. Hemos recordado a estos dos grandes apóstoles columnas de la iglesia. Pero en la reflexión de hoy quiero fijarme sobre todo a S. Pedro a quien Jesús dijo: “Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Pedro es la roca y el espejo que nos ayuda a ver la verdad de nuestra fe y a vivirla con firmeza.

Hoy la voz del Apóstol Pedro resuena en la voz del Papa Francisco, sucesor de Pedro y Vicario de Cristo en este mundo. Como decía Santa Catalina de Siena, el Papa es el dulce Cristo en la tierra. En tiempos se hizo célebre aquella expresión :”Roma loquta, causa finita” Lo podemos decir en castellano con la afirmación de que cuando hay una cuestión discutida que pertenece a la fe y a la moral cristiana, cuando habla Roma ya todo queda zanjado, ya sabemos a qué atenernos en las verdades que creemos y en la vida que vivimos.

Hoy podemos decir esto de otra manera. “Roma loquta, causa aperta.” Habló Roma y la cuestión candente del futuro de la humanidad entra en un gran debate. Hace un poco tiempo que el Papa Francisco publicó la Enciclica “Laudato si” sobre la Ecología. Nadie podría imaginarse que al día siguiente los líderes  del mundo entero como Barako Obama, Hollande, Ban Kimon y un ect. muy grande, hayan alabado la clarividencia de este hombre para plantear las cuestiones más  candentes que afectan al futuro de la Humanidad. La Tierra Madre está gritando por qué la tratamos tan mal. Hay que reconocer que ha habido sectores interesados que han visto que el Papa se ha metido en jardines que no le pertenecen y en los que no tienen ninguna autoridad para opinar. Pero el Papa no habla como un simple hombre de ciencia, sino como un hombre de fe. La Creación está intrínsecamente unida a su Creador y el Santo Padre cuenta con la ayuda del Espíritu Santo para orientar los pasos de la Iglesia en medio de este mundo.

El Papa nos invita a todos a tomar conciencia de cómo debemos cuidar la madre Tierra. Está pensando también en los dirigentes del mundo que el próximo mes de octubre se reunirán en Paris para hablar del cambio climático, donde hay que buscar soluciones efectivas. Aquí podemos decir que habló Roma y el debate está servido. El Papa nos recuerda que todos tenemos el deber sagrado de cuidar la tierra, no destruirla. Los creyentes tenemos la motivación más profunda pensando que es obra de Dios y nos la ha confiado para cuidarla. Los no creyentes tienen que darse cuenta de que hay que cuidar la tierra porque es la casa de todos y no podemos dejar que se hunda provocando infinidad de sufrimiento sobre todo entre los más pobres.