José Joaquín Tárraga Torres

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7 de diciembre de 2025

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Menuda imagen la que nos muestra el Evangelio de hoy. Nos presenta la figura del “más grande nacido de mujer”. Su grito de conversión no deja a nadie indiferente. A él acudía mucha gente y a todos les ponía el listón alto.

La vida del seguidor de Jesús no es fácil, no es camino de rosas, no es una alfombra roja que pasas sin dificultades porque todo lo tienes ya conseguido. Solo por creer. No. La vida del seguidor de Jesús es una llamada a la conversión diaria, a no dejar de caminar, a estar siempre en proceso y en proyecto.

Juan el Bautista iba vestido con piel de camello y un cinturón de cuero a la cintura. La Palabra nos lo ilustra y nos podemos imaginar, por su menú diario, que la humildad, sencillez y austeridad eran propias del más grande. Juan el prototipo que nos abre el camino a Jesús. Es el modelo de aquel que hace la llamada a la conversión personal.

Es el momento de preparar, es tiempo de cambiar, es momento de no dormir, es el tiempo de despertar. Seguir a Cristo es una llamada de largo recorrido. No vale con una experiencia, con un retiro, con una oración ocasional. A Cristo no se le sigue porque lo he sentido en alguna ocasión. Optar por el Evangelio es diario y se hace realidad en el día a día.

En la vida cristiana no hay medias tintas. Ser cristiano no es a tiempo parcial. La vida del cristiano no es fácil, pero merece la pena. Todo esfuerzo, entrega y sacrificio por construir fraternidad y justicia dará fruto. Es momento de recomponer, de retomar, de reactivar todas esas cosas que nos llevan al Amor verdadero, al Dios con nosotros.