Manuel de Diego Martín
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6 de junio de 2015
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El Papa S. Juan Pablo II en la Exhortación “Vida Consagrada” nos dice que ésta se fundamenta en tres pilares: La vida de los consagrados es en primer lugar un canto a la Sma. Trinidad, ya que alaban al Dios Padre que los llamó al seguimiento de su Hijo, con la fuerza del Espíritu Santo. Los consagrados deben ser, a su vez, un signo de fraternidad entre los hombres y en tercer lugar están llamados a ser un servicio de caridad para el mundo. Así pues, ya que hoy celebramos el Día de la Caridad con el lema: “Ama y vive la justicia”, no podemos por menos que recordar que los consagrados están llamados a vivir su vocación desde el amor de Dios para servir con todo su amor a los hermanos.
El Papa Francisco, a su vez, en su Carta Apostólica enviada a los Consagrados para celebrar este Año dedicado a la Vida consagrada, les recuerda que están llamados a buscar “una sana sinergia” entre todas las vocaciones de la Iglesia fomentando una espiritualidad de comunión. Aquí no se trata de ir cada uno por libre a lo suyo, llevando cada quien lo mejor que pueda sus obras, intentando ser los más eficaces, sino que todos, religiosos, sacerdotes, laicos estamos llamados a trabajar juntos.
El miércoles pasado vivimos en los salones del Obispado un acto lleno de frutos. Allí estaba D. Ciriaco, nuestro obispo, para explicar a los asistentes cómo se había gestado y cuáles eran las líneas de acción para nuestra Iglesia española, tal como aparece en la Instrucción Pastoral “Iglesia servidora de los pobres” que los Obispos nos ofrecieron el pasado mes de abril. En primer lugar D. Ciriaco hizo una presentación general y después D. José Vicente Monteagudo, párroco de Yeste y delegado de la acción social y caritativa de nuestra diócesis, a través de medios audiovisuales nos hizo ver gráficamente y de una manera exhaustiva todo el contenido de la Instrucción de los obispos. Lo hermoso del acto es que estaba convocado por varias Instituciones eclesiales como Caritas, Cónfer, es decir, las diferentes congregaciones religiosas de nuestra Diócesis, Manos Unidas, Justicia y Paz y la Familia Vicenciana. Así vemos cómo todos a una buscaban el mismo objetivo, que consiste en hacer realidad el compromiso de amor y justicia de los seguidores de Jesús con nuestras gentes, bajo la mirada de nuestro obispo. ¡Qué hermosura de acto para expresar esa “sana sinergia” de la que nos habla el papa Francisco!
Y unidos a nuestro obispo, nuestro Religiosos quieren estar abiertos a la Iglesia universal. El pasado mes de abril, en un Congreso de vida consagrada al que tuve la suerte de asistir, el cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga, presidente de Caritas Internacional, nos recordaba cómo los consagrados, al estar configurados con Cristo de una manera singular, no pueden por menos que responder a las necesidades urgentes que la humanidad nos muestra a través del ancho mundo.
Así pues en este Día del Amor fraterno y en el Año de la Vida consagrada queremos tener un recuerdo para todos nuestros consagrados a la vez que dirigimos al cielo una plegaria para pedir al Cielo que testimonien siempre lo que son en su misma ser. Ellos son “Servicio de Caridad para el mundo” tal como los define la Exhortación Pastoral “Vida Consagrada” del Papa S. Juan Pablo II.