José Joaquín Tárraga Torres

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25 de noviembre de 2023

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La vida da para muchos conversaciones, encuentros y diálogos. Hace poco un joven me preguntó con gran sinceridad y ante todos los hechos que están ocurriendo: “¿tú qué opinas del final del mundo?

Hoy el Evangelio nos lleva al juicio final. Un juicio en el que, como el Papa Francisco ha indicado en alguna ocasión, “Jesús se mostrará como el Señor de la historia, el Rey del universo, el Juez de todo. Pero la paradoja cristiana es que el Juez no es una realeza temible, sino un pastor lleno de mansedumbre y misericordia”. 

Y este juicio tendrá un examen. Un examen donde Jesús ya nos indica las preguntas. No será examen sorpresa sino un juicio donde las preguntas ya están formuladas y todas giran alrededor de la caridad. San Juan de la Cruz lo expresa con su célebre frase; “al atardecer de la vida te examinarán en el amor”.

Vivimos tiempos convulsos, de cerrazón y egoísmos. Un mundo de violencia y guerra. Un mundo de insensibilidad y postureo. No da lo mismo una cosa que otra. Hacer el bien que el mal. Ayudar que pasar del otro. No es lo mismo amar que odiar. Recelar que perdonar. Nuestro razonamiento nos habla de la necesidad de justicia, de juicio final. De restituir el bien frente al mal. Por eso, el juicio es necesario.   

Un juicio que no tiene sentencia ni condena del Juez sino separación. Son nuestras elecciones libres y diarias las que van marcando el resultado en un camino u otro. Una elección personal y diaria desde la libertad. El juicio está basado en el amor verdadero al prójimo, en la gratuidad generosa, en la mirada a los excluidos, en la entrega sin recompensa inmediata. Nuestras obras de misericordia nos hablan de salvación, de acercamiento al Padre. “Venid a mí” es el premio, la salvación, el final del camino. El amor no pasa nunca.

 

José Joaquín Tárraga Torres
Delegado Diocesano M.C.S.