Manuel de Diego Martín
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2 de septiembre de 2006
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El pasado 25 de agosto celebrábamos la fiesta de S. José de Calasanz. El año 1948, cuando se celebraba el tercer centenario de la muerte de este santo, Pío XII declaró a este educador español, nacido en el alto Aragón, como patrón universal de las escuelas cristianas. Es bueno recordar el perfil biográfico de este santo y su obra para entender mejor lo que pretendían las escuelas cristianas de aquel tiempo y también las del nuestro.
Nace José de familia noble. Hace estudios brillantísimos en la mejor universidad de entonces, la de Alcalá, consiguiendo los doctorados en derecho canónico y civil. Tiene todas las bazas para hacer una carrera de fábula en el mundo eclesiástico. El ilustre cardenal Colonna se fija en él y lo llama a Roma. Pero en la Ciudad Eterna encontrará su gloria y su cruz. La cruz consiste en ver a todos aquellos chiquillos del Trastavere, niños sin escuela, niños de la calle, futuros delincuentes, y lo que es casi seguro, se encuentra con seres humanos condenados a vivir en la mayor indignidad. Esto trastorna los planes del noble aragonés, deja los trajines de palacio para convertirse en maestro de los barrios pobres. Así nacen las Escuelas Pías.
Comienza pues la andadura educativa de este gran pedagogo. Una de sus claves pedagógicas es la intuición, la convicción profunda de que toda educación debe ser sustancialmente religiosa para llevar al ser humano a su total plenitud. Es lo que hoy llamamos educación integral Pues según nuestro santo la misión del educador es ayudar al ser humano a descubrir la verdad de su ser. De esta manera la educación tiene una misión dignificadora para el educando, esta contribuyendo al bien social del Estado formando buenos ciudadanos y ayuda a la Iglesia en su misión evangelizadora.
En estos nuestros tiempos en que se tienen tantos prejuicios y tantas sospechas en lo referente en la religión para que ocupe un lugar en los programas escolares, no está mal recordar a este español universal que nos habló hace mas de tres siglos del papel esencial de la religión para conseguir una buena educación.