Manuel de Diego Martín
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28 de marzo de 2009
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Llega la primavera y con ella el buen tiempo. Te descuidas un poco, quitándote el sayo antes de tiempo, viene una noche fría y, cuando menos lo esperas, resfriado al canto. Así pues, ¡ojo, con la primavera!
Escuchas o ves los diferentes medios que te hablan con gran humanismo de la crisis económica, intentando ayudarnos a tomar conciencia de lo que pasa. Te animan a ser solidarios, para que intentemos ser más austeros y así poder compartir lo poquito que uno tenga con los que no tienen nada. Pero llega la primavera y los mismos medios te empujan a comprar compulsivamente todo lo mejor y a viajar a los más exóticos países. Así pues, ¡ojo con las rebajas de primavera!
Dicen que en los tiempos de crisis, lo que hace falta es austeridad, y utilizar los recursos económicos con mucho tiento para que puedan llegar a los más desfavorecidos. ¿Cómo entender que gente que manda pueda tener la tentación de emplear recursos millonarios del erario público en cosas que son absolutamente innecesarias o de un refinado lujo?
Oyes hablar al Presidente de Gobierno con más autoridad que el Santo Padre, cuando para definir un dogma lo hace “ex cátedra” y nos dice: “Yo no dejaré a nadie en la cuneta”. Estas palabras dichas así te llenan de esperanza y crees que va a ser así. Tal vez lleve un poco de razón, en las cunetas no suelo ver a gente, pero en las plazas me encuentro con mogollón que me dicen que hace un año trabajaban y ahora no trabajan, hace un tiempo comían, ahora no tienen ni qué comer ni dónde dormir. Duermen en los cajeros o en obras abandonadas ¿Cómo se pueden entender las palabras del Presidente?
En mis tiempos de chico decían que los reclutas antes de entrar en el cuartel debían dejar colgado a la puerta su orgullo y su genio. Tampoco tenían que pensar ni discutir las decisiones del jefe. Sólo obedecer. Ahora nuestra ministra de Defensa nos dice que las decisiones hay que tomarlas en diálogo con la tropa, pues hoy los soldados son gente madura; tienen por tanto que dar su opinión y ser los primeros en saber las decisiones que les conciernan. Con los grandes jefazos no hay que contar. ¿Qué pensar de estos nuevos aires militares?
En fin, la primavera que todo lo altera nos trae sus contrastes. Lo importante es que no perdamos la cabeza y sepamos a qué atenernos.