Pablo Bermejo

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28 de abril de 2007

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Ya se puede decir que hace más de una semana que la primavera ha llegado a nuestras vidas. Algunos que tienen pareja estable fantasean sin querer con lanzar una cana al aire, los que no tienen pareja sueñan con enamorarse profundamente, y los que acaban de comenzar una relación creen que su amor es un ángel enviado del cielo. Pero lo que todos tienen en común es acudir a la calle Tejares de nuestra ciudad a la una del medio día y sentarse al sol tomando unas cañas. Ellos siempre se colocan de vista al paseo para ver cómo pasan las chicas con sus modelos primaverales y bromean diciendo que a estas mujeres no las han visto en invierno. Ellas hablan, más simpáticas que nunca, con los camareros con camisetas dos tallas más pequeñas de la que necesitan. Los árboles florecen y nosotros nos gastamos más dinero en ropa para lucirnos con el buen tiempo, las abejas recogen néctar y nosotros vamos de fiesta en fiesta bebiendo sin parar, las hormigas comienzan a recoger alimento para estar preparadas en el invierno y los estudiantes dejan los libros de un lado porque el cuerpo les pide salir a la calle. A los que trabajan les da vergüenza preguntarle a nuestro jefe si habrá puente de mayo, pero mantienen el oído atento por si algún compañero se atreve a preguntar.

Parece como si la luz del sol nos prometiera que ahora empieza lo bueno, que hay esperanza. Todos hemos pedido más de una vez un empujoncito, una pequeña ayuda que nos dé fuerza para seguir adelante buscando algo mejor. Pues aquí está la primavera para el que desea ser receptivo y dejar que su cuerpo se nutra con la luz y el calor del sol. Es una sensación muy gratificante pasear a las siete de la tarde por uno de nuestros parques o echar unas carreras. Después, una cerveza a solas o con los amigos para charlar un poco de lo que se ha hecho ese día. Lo que un ser humano siente es la mezcla de su alma y sus hormonas. La primavera puede alterar positivamente nuestras hormonas y por tanto nuestras sensaciones. Es cuestión de cada uno cómo quiere aprovechar esta oportunidad, de fiesta en fiesta o de carrera en carrera. Pero si uno se monta bien a esta ola es posible crecer interiormente y renovar las energías perdidas. Aprovecha la primera, ocurre sólo una vez al año.