Luis Enrique Martínez Galera

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2 de febrero de 2013

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El Camarín de la Virgen del Rosario, en Hellín, presenta un complejo programa de pinturas murales del que ya hablábamos en el mes de Octubre con motivo del mes del Rosario. En este mes de febrero en el que todavía resuenan los ecos de la Navidad, nos vamos a detener en las pinturas que decoran la cúpula del Camarín sobre la vida de la Virgen e infancia de Jesús, en concreto en el mural de la presentación de Jesús en el templo.

La escena nos presenta al viejo Simeón en el centro, vestido de pontifical, mitra y capa pluvial, a la manera de los obispos; sostiene el Niño sobre el altar, y este, a su vez mira a su madre que está en el lado derecho del altar. José, en el otro extremo, señala también a María (no cabe duda que se trata de una referencia clara a la Purificación de María). A un lado del sacerdote Simeón se encuentra un acólito que mantiene un cirio encendido en referencia a la Presentación de Jesús (Jesús luz del mundo), mientras que al otro lado aparece la profetisa Ana. Junto a María, en primer plano, un mozo lleva la cesta con la ofrenda de la purificación, dos tórtolas o dos pichones. En el ángulo superior de la escena sobre vuela el Espíritu Santo en forma de paloma como en cada una de las escenas de la cúpula, no sólo en la Anunciación, señalando así su continua asistencia en los distintos momentos de la vida de María y de Jesús.   

La Presentación de Jesús en el templo para cumplir con lo mandado en Ex 13, 1-16, constituye un momento culminante en los relatos de la infancia. Jesús queda profundamente marcado como miembro del pueblo elegido, a través del cual se ha de realizar la salvación del mundo.        La primera referencia a la celebración de este episodio, viene  narrada en la Peregrinatio Etheriae, a finales del s. IV, y es llamada Cuadragesima de Epifanía (cuarenta días después de Epifanía, fiesta en la que se celebraba la Natividad). Desde Jerusalén poco a poco la fiesta se difunde en todo el Oriente, llegando a ser fes­tivo con Justiniano I (527-565) y es fijada el 2 de Febrero, al fijar el 25 de diciembre para la Natividad. San Cirilo de Alejandría (s. V) es el primero en hablar de luces y candelas. En el 602 queda establecido en Bizancio y poco después en Roma, en el 667.          

Ahora, cuando celebramos, un año más la candelaria recordamos esta representación en este Camarín del Santuario de la Virgen del Rosario de Hellín, en el que una de sus celebraciones anuales es esta de la Presentación de Jesús en el templo y de la Purificación de María; y tenemos un motivo más para visitar este santuario y encomendar nuestras vidas a María; madre nuestra que nos ofrece la Luz (candela) que ha de iluminar la vida de los hombres, Jesucristo Nuestro Señor.