Manuel de Diego Martín
|
12 de diciembre de 2015
|
165
Visitas: 165
En su Bula “Misericordiae Vultus” el Papa Francisco nos recuerda, entre otras cosas, que este Año debemos pedir también que la misericordia nos haga a todos más abiertos al diálogo que nos ayuda a conocer y comprender mejor las ideas y la creencias de los demás, eliminando en nosotros toda forma de cerrazón o desprecio hacia el otro, así como toda violencia o discriminación. ¡Qué hermosos son estos consejos del Papa y cómo los necesitamos hoy en día!
Por responsabilidad ciudadana, pensando que el deber cívico de depositar una papeleta en la urna es muy importante, he intentado escuchar, en lo que me ha sido posible, algunos debates de nuestros políticos más representativos. Yo quería saber lo que puede ser mejor para nuestra sociedad, para actuar con conocimiento de causa. Me he quedado perplejo porque los debates no me han servido para ello. Allí no se trataba de dialogar para buscar con el otro lo que pudiera ser mejor. Apenas hablaba uno, los otros a gesticular, a ridiculizar, es decir, no querer ver lo que dice el otro, para ver si yo puedo añadir o quitar. Allí no había diálogo, sino monólogos, a la vez que un cierto desprecio por el otro.
En mis años jóvenes me tocó estudiar mucho a Platón. Aquellos Diálogos, que él presenta, sí eran un esfuerzo por buscar la verdad. Los interlocutores van poniendo cuestiones y a través de la palabra, eso significa la palabra griega “dia-logo” van esclareciendo los temas, buscando la verdad viendo lo que lleva al bien común. Claro, Platón, decía que los políticos deben ser “aristoi” es decir los mejores, los que son capaces de reflexión y búsqueda. No podían ser políticos aquellos “sofistas” filosofillos de su tiempo que iban detrás de sus intereses y que eran maestros en la palabra para engañar a los demás.
También Aristóteles, el gran filósofo que tanto escribió sobre la Lógica, la Dialéctica y la Política, si escuchase estos debates, le daría cierta pena. El tenía un concepto más grande del razonamiento que es buscar ante todo la verdad que lleva al bien común.
Claro que sí, Platón y Aristóteles tenían claro lo que era un verdadero debate y decían que los buenos políticos debían ser también buenos filósofos, es decir sabios. Pero llegó en los tiempos modernos un tal Maquiavelo que puso todo patas arriba. El político decía, no debe tener corazón, ni misericordia, ni obligación de buscar la verdad o el bien común. El debe ser un hombre sin escrúpulos para conseguir el poder y conseguir sus intereses caiga quien caiga. Tal vez un poco en esto estamos y no es bueno.
Si Platón y Aristóteles nos quedan ya muy lejos, el Papa Francisco nos queda muy cerca. Desde sus escritos deducimos que los políticos también necesitan mucha humildad y misericordia que les capacite en la búsqueda ante todo de la verdad y del bien común. Que dejen a Maquiavelo y nos irá a todos mucho mejor en este Año en el que estamos llamados a ser todos más misericordiosos.