Manuel de Diego Martín

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3 de enero de 2015

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El jueves pasado, Año Nuevo y fiesta grande de la Madre de Dios, celebrábamos la Jornada Mundial de la Paz. Y un año más hemos tenido el tradicional Mensaje del Papa para este día. Este año la llamada era clara y contundente. Nos dice el Santo Padre, que no podemos convertir a nuestros semejantes en esclavos, sino que los debemos sentir como verdaderos hermanos. La filosofía marxista, atea, habló de la dialéctica del amo y del esclavo. Para nosotros, creyentes en Dios Padre, no puede haber otra dialéctica que la fraternidad universal de los unos con los otros.

El Mensaje de Cáritas de este año para la Navidad es también muy claro y va en el mismo sentido. Nos trae a la memoria la pregunta que Dios hizo a Caín en los primeros tiempos: “¿Qué haces con tu hermano?”. Y Caritas nos ofrece la respuesta: “Ama y vive la justicia”. También el evangelista S. Juan, en la liturgia de estos días, nos ha recordado que el que no ama a su hermano es un homicida. Pues bien, de homicidas está el mundo lleno.

De buena mañana voy a la Iglesia a rezar Laudes y me encuentro con este Himno tan bonito: “El mal se destierra, ya vino el consuelo. Dios está en la tierra, ya la tierra es cielo. Ya no habrá más guerras entre cielo y suelo. Dios está en tierra, ya la tierra es cielo…”. Y con este sentimiento gozoso de que l  llegada de Jesús a la tierra es la gran posibilidad de paz entre los hombres, me pongo a desayunar. Y enseguida se me amarga el almuerzo cuando en la radio escucho un crudísimo reportaje sobre los cristianos perseguidos en Irak y en otras latitudes por el denominado Estado Islámico.

Aquí sí que campean por sus fueros las relaciones de verdadera esclavitud. Esta sí que es una máquina de fabricar esclavos. Miles de familias que tienen que abandonar sus casas, sus tierras, simplemente por ser fieles a su fe. La libertad religiosa es el primer derecho del ser humano. Y por no respetar este derecho muchos son masacrados, niñas y jóvenes violadas y una serie de atropellos propios de una esclavitud nunca conocida. Y pedían en el reportaje que las Naciones Unidas hagan algo para parar este genocidio. Suplicaban que las grandes potencias, los líderes religiosos del mundo entero, alcen su voz para denunciar estas barbaridades, estas infames esclavitudes.

En muchos medios no se habla casi nada de esto. Hoy si queremos hablar, y recordar la pregunta que nos hace Cáritas: “¿Qué estamos haciendo con nuestros hermanos? ¿Qué estamos haciendo con las Iglesias perseguidas, con las minorías aplastadas? ¿Qué estamos haciendo cada uno de nosotros con los que conviven a nuestro lado?

No olvidemos que la paz tiene su raíz y fundamento en el corazón humano. El que tiene capacidad para amar y para trabajar por la justicia, ése está construyendo la paz. “Ubi caritas, ibi Deus est”. Donde hay amor allí está Dios. Y si Dios está en la tierra, entonces sí que podemos decir “ya la tierra es cielo”.