Manuel de Diego Martín
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12 de mayo de 2007
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El domingo día 13, la Iglesia española celebra el día del enfermo, mejor dicho celebra la “Pascua del enfermo”. El sentido de Pascua es hacer referencia a la presencia de Jesucristo resucitado y al regalo que el Señor nos hace de su Espíritu. De esta forma, el enfermo puede vivir la experiencia pascual de pasar de la cruz de la enfermedad a una situación nueva de salud, si es posible, aquí en este mundo. Y aunque la salud no llegue, siempre podremos tener la vivencia, desde la fe en nuestro Señor Jesús, de que nadie ni nada puede impedir que los nuevos cielos y la nueva tierra estén abiertos para nosotros. El lema de este año de la jornada nacional de enfermo es:”Acoger, comprender, acompañar”. Es preciso acoger siempre al enfermo, con toda humildad y cariño; acogerlo en su debilidad, con sus manías y rarezas, con sus desesperanzas; acoger también cuando parece que nuestros enfermos parecen querer sacarnos de quicio.
Comprender, sí, aún cuando el comprender se hacer tan difícil. Hay un dicho que dice: ”qué bien se ven los toros desde la barrera”. Tenemos que hacer un esfuerzo de comprensión hacia el enfermo, pues bien sabemos que el mundo de los sanos y el de los enfermos se tocan tangencialmente. Son mundos aparte. Cuando nos llega la enfermedad, entonces decimos: “ahora entiendo cuando se quejaba mi madre, mi padre…” pero ya es tarde. Antes, antes hay que llegar a esa comprensión tan difícil y necesaria.
Y sobre todo acompañar. Es importante estar lo más posible al lado del enfermo. Los nuevos tiempos, por desgracia, están haciendo que sea cada día más difícil esta sublime tarea. Las distancias, los horarios de trabajo, la inserción de la mujer en el mundo laboral, el ritmo de vida tan frenético como el que vivimos hacen cada vez más difícil el acompañamiento de nuestros enfermos.
Cuando como capellán visito el hospital, a veces me encuentro con un mogollón de gente por los pasillos, en la antesala. Me pregunto, ¿Qué pasa por aquí? Ah, es un miembro de la etnia gitana que está enfermo, o que lo van a operar… Allá está toda la familia.. También pasas por habitaciones en las que el enfermo un día, y el otro también, siempre están sólo y te da una cierta pena. También ocurre lo contrario, y es lo mas frecuente, en que ves enfermos que siempre están acompañados, por unos, por otros, y por allá desfila toda la familia y los amigos y vecinos. ¡Qué gozada!
Nos dicen los Obispos para este día entre otras cosas: “Es tarea urgente dar un rostro humano al cuidado de los enfermos… Se consigue esto cuando nuestros gestos hacia el enfermo van acompañados de caridad, de dedicación generosa, encuentro caluroso, delicadeza tierna, presencia humilde y gratuita…”.
Ojala que todos nuestros enfermos puedan vivir la Pascua de Jesús. Que lleguen a sentir en profundidad con la certeza que da el Espíritu, que su enfermedad, es decir su viernes santo, puede acabar en domingo de resurrección. Que la Virgen de Fátima, madre de los enfermos, cuya festividad celebramos el día 13, sea siempre su mejor compañía.