Manuel de Diego Martín
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1 de agosto de 2009
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“Caridad en la verdad” es el título de la nueva encíclica que ha publicado el Papa Benedicto XVI. Es una encíclica tan realista, tan profunda, que analiza tan bien lo que deben ser las relaciones de justicia entre los pueblos, que muchos comentaristas dicen que este documento marcará un hito en la historia de la Doctrina social de la Iglesia.
El Papa habla de lo que debe ser un verdadero progreso humano. Un progreso que ayude a crecer a cada hombre y a todos los hombres. Un progreso que haga crecer en armonía a todos los pueblos del planeta. Y éste para que lo sea de verdad, tiene que ser material y espiritual al mismo tiempo.
Este progreso requiere, según el Papa, un humanismo trascendente. Un humanismo que tenga en cuenta a Dios, que no esté cerrado a los valores espirituales. Cuando Dios falta del horizonte humano, es muy difícil mantener viva la verdad del ser humano, con todos los valores inscritos, podemos decir, en sus genes.
La globalización que hoy nos envuelve no consigue siempre su objetivo que es servir al verdadero hombre. Como dice el Papa en la Encíclica esta globalización está propiciando que los hombres estemos mas cercanos los unos de los otros, pero ello no hace que seamos mas hermanos. Hay que llegar pues a la convicción de que todos los habitantes del planeta formamos una sola y gran familia humana. Si falta la verdad en nuestras relaciones, esta fraternidad salta por los aires.
El otro día salí a dar de buena hora mi paseo matutino por el Parque Lineal. Allí me encuentro con más de cincuenta personas con todos sus equipajes, maletas y bolsos. Habían dormido en el césped del parque. Con cierta osadía les pregunté que de dónde venían, por qué estaban allá. Chapurreando italiano me hicieron comprender que había venido engañados. Algunos desaprensivos en Rumania les habían prometido un buen trabajo y albergue. Hemos llegado aquí, y resulta que todo es un engaño. Entre rumanos y españoles bandidos nos han engañado sacándonos los cuartos. Ahora a sufrir aquí y a buscar salida. No podéis imaginar el sufrimiento y desolación que había en sus rostros. ¡Señor! ¿Por qué tanto sufrimiento? ¿Cómo puede haber gente tan mala que se aproveche de sus semejantes?
Qué bien se comprende al Papa cuando nos dice que si falta la verdad, todo se puede convertir en una injusticia, en una explotación de los unos contra los otros. Aquí tenemos un botón de muestra. Cada quien conoce mil ejemplos donde la mentira campea por sus fueros trayendo sufrimiento a los demás. Nosotros que estamos llamados a vivir como hermanos somos capaces de convertirnos en lobos, por no entender lo que significa ser hombre.