Manuel de Diego Martín
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18 de marzo de 2006
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Hay una ciencia llamada Teodicea que trata de los caminos que nos llevan a la existencia de Dios desde la sola razón natural. Hay pruebas llamadas metafísicas que flexionando sobre la precariedad del ser intentan buscar su último fundamento. Están las pruebas físicas que las podemos reducir a aquel dicho popular de que el reloj lo hizo el relojero y como no hay reloj sin relojero no puede haber mundo sin creador. Y por fin la pruebas morales, que teniendo menos consistencia que las otras, nos ayudan también en esta búsqueda de Dios.
Esta prueba nos habla de que tiene que haber otra vida y en ella Alguien que haga justicia y haga triunfar la verdad. De otra manera la existencia humana se convertiría en una monstruosa quimera, `porque se pueden dar situaciones históricas en las que víctimas y verdugos, oprimidos y opresores, mentirosos y honrados tendrían un mismo fin, todo se vendería al mismo precio.
Hace unos días nos vimos envueltos en una polémica de cifras a propósito de una manifestación, Mientas unos decían que era millón y medio las asistentes, otros lo cifraban en unos ciento y pico mil. Ahora está en escena otro tema de más envergadura y de más gravedad. Se trata de la famosa mochila de Vallecas, que unos dicen que estaba allí y otros dicen que la pusieron a propósito con fines interesados. La polémica está servida. Con los medios de comunicación pasa lo de siempre, nosotros decimos la verdad, los otros mienten y viceversa.
Y los políticos una vez más se abroncan mutuamente y se insultan de mala manera. Unos llaman a los otros “locos” y denuncian con toda energía que con estas cosas están socavando los cimientos del estado de derecho, por no aceptar lo que ya está sentenciado. Los otros dicen que a nuevos datos, nuevos planteamientos y a seguir buscando la verdad. Esto es lo propio de un estado de derecho que nos ayuda a descubrir toda la verdad.
Una vez más nos quedamos en la perplejidad ¿dónde está la verdad? Ciertamente la verdad no se abre camino a puñetazos, insultos o gritos. El camino de la verdad consiste en la humilde y paciente búsqueda. Alguien decía que es como la lechuza que va buscando la luz en medio de la noche. Jesús de Nazaret nos dijo “la verdad os hará libres” o también aquello de “no hay nada oculto que no llegue a saberse” Este anhelo de verdad es lo que nos hace presentir que Alguien está detrás para aclararlo todo. Se dice que el tiempo deja a cada quien en su sitio. Pero a veces nuestro tiempo es demasiado corto para aclarar las cosas. Por el contrario el tiempo de Dios es más amplio, es el tiempo de la verdad. S. Agustín decía que Dios es paciente porque es eterno. Con la paciencia de Dios tengamos confianza que aquí o allá un día sabremos la verdad toda entera.