Manuel de Diego Martín
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1 de marzo de 2014
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En el Arciprestazgo de la Purísima, que lo componen siete parroquias de nuestra ciudad, tuvimos un encuentro para hablar sobre la familia. El objetivo último era preguntarnos ¿Qué podemos hacer para que las familias sean más y mejores?
La familia es una realidad tan importante y decisiva para asegurar el futuro de la humanidad y poder conseguir una Iglesia más viva, que el Papa Francisco ha convocado un Sínodo extraordinario en este año para hablar sobre ella. El Sínodo ordinario que tendrá lugar el próximo año también tendrá como tema la familia. En nuestro objetivo pastoral diocesano de este año tenemos también como temas preferentes de trabajo la juventud y la familia.
Todo esto explica el porqué de nuestra reunión del pasado lunes que congregó a cerca de un centenar de agentes de pastoral de dicho Arciprestazgo y que se celebró en la Parroquia de S. Vicente de Paúl. Tuvo este encuentro un formato especial ya que se trataba de escuchar el testimonio de diferentes participantes que nos hicieron ver cómo vivían su realidad familiar desde su fe cristiana y cómo la Iglesia les estaba ayudando en este cometido.
Testimonió en primer lugar un matrimonio con más de cincuenta años casados, con hijos y nietos. Relataban cómo en su vida había habido altos y bajos, momentos de luz y de tinieblas, pero que siempre habían tenido algo en común, algo tan hermoso como es la fe en Jesús, y cómo esta fe les había ayudado en su vida de familia. Y se preguntaban ¿Qué podemos hacer para que los jóvenes puedan tener también esta fe que tanto ayuda en la vida matrimonial?
A continuación dieron su testimonio una pareja de novios que manifestaron cómo el estar juntos en la parroquia tomando parte en diversas actividades pastorales y el participar en tantos encuentros de oración y formación, les había ayudado a formarse mejor en su fe, a crecer en su amor y a conocerse mejor. Y pedían a la Asamblea que las parroquias deberían conseguir que los novios tuvieran tiempos, espacios y lugares de encuentro para tener una mejor formación cristiana y conocerse más. No son suficientes, decían, un simple cursillo prematrimonial las vísperas de casarse.
Un matrimonio joven, con tres niños a su lado, nos hicieron ver cómo su militancia en la parroquia, el estar metidos en muchas actividades pastorales, el haber tomado la decisión de educar a sus hijos en cristiano, les ayudaba mucho a vivir su vida matrimonial. También nos recordaron que la Iglesia deber organizar actividades en las que quepan los niños, pues el participar de los padres, dejando sus niños en casa no es lo mejor, hay que armonizar el estar en las parroquias con los niños.
Al final una señora divorciada también nos habló cómo vive su situación actual y cómo la fe le ayuda a ello. Después de luchar años y años por salvar su matrimonio, llegó un momento en que comprendió que Dios no podía querer eso para ella. Se separó y en la parroquia ha encontrado toda su ilusión y fuerza para seguir educando a sus hijos y participar en todo lo que pueda dentro de ella para ayudar a las gentes y que se encuentra ahora muy feliz.
Aquí tenemos testimonios muy hermosos para convencernos de que la familia tiene futuro, mucho futuro. Y que la fe en Jesús es un reactivo determinante para ello.