Manuel de Diego Martín

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4 de abril de 2009

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Dice un castizo refrán: “dime de qué presumes y te diré lo que te falta”. Hay grupos, cuyo lema es la igualdad de oportunidades, la libertad de expresión, el respeto a las opiniones de los otros. Se les llena la boca hablando de tolerancia, lo suyo es ser tolerantes con todos.

Pero, amigo, cuando hay gentes que quieren ejercer su derecho a expresarse libremente; si además lo hace desde una asociación o plataforma para defender ideas que van de lleno contra las ideas de los llamados “progres”, entonces es que no se perdona una.

Todos hemos sufrido con dolor los ataques al Santo Padre de una manera irracional, porque desde una sencilla entrevista hizo unas afirmaciones llenas de sensatez y lógica. Pero unas palabras sobre el uso del preservativo sacadas de contexto, se han utilizado como pretexto para mofarse de él, para crucificarle, para hacerle decir cosas que no ha dicho. Poco menos que el Obispo de Roma es el enemigo número uno de la humanidad.

Menudo lío se ha armado también en ciertos medios para criticar furibundamente a todos los grupos “pro vida” y a todos los que se manifestaron el domingo pasado para decir que no están de acuerdo con la nueva ley de plazos del aborto. Para esta gente que defiende una buena causa, no hay más que descalificaciones y desprecios.

Leía el otro día en uno de nuestros periódicos que grupos feministas van a recorrer España entera para explicar y defender las excelencias de la nueva ley a favor de la dignidad de la mujer. Bueno, que hagan lo que quieran. Me llamó la atención que alguna de las dirigentes afirmarse que hacía tal cosa en nombre de su condición de católica. Me cuesta mucho entender esto.

Cómo me cuesta entender que D. José Blanco con su crudo lenguaje nos hable de la hipocresía de ciertas mujeres que llevaban la pancarta y que son abortistas. ¿Está bien informado de ello? Además tampoco hay contradicción en que tal cosa pueda ocurrir. Una mujer que haya abortado, al comprender el descomunal disparate, puede rectificar. Precisamente este año recordamos a San Pablo, el gran perseguidor de Jesús, que luego se convirtió en el más grande apóstol de todos los tiempos.

Uno de los dirigentes más conocidos de las organizaciones “Pro vida” es el actor y director de cine Ignacio Arsuaga, que después de una experiencia dolorosa, al comprender la inhumanidad del aborto, ha tomado la decisión de defender con uñas y dientes la vida de los inocentes.

Solemos decir que el movimiento se demuestra andando. Pues bien, que la tolerancia también la demostremos andando. La demostremos no con discursos, sino en las actitudes y obras de cada día.