Manuel de Diego Martín

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16 de mayo de 2009

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El martes pasado, día 12, los curas de Albacete celebramos la fiesta de nuestro santo patrón S. Juan de Ávila. S. Juan de Ávila, a pesar de su nombre, es un santo manchego nacido en 1499 en Almodóvar del Campo, un pueblo de la provincia de Ciudad Real.

A este santo, por su fervorosa y apasionada predicación del evangelio, por sus grandes escritos, por la preocupación que tenía por el bien espiritual de las gentes, conocido ya en su vida como el “apóstol de Andalucía”, el papa Pío XII lo declaró Patrón del clero secular, es decir, de todos los curas de España.

Desde que soy cura he celebrado su fiesta. Normalmente el programa de festejos ha sido el mismo: Una conferencia, la misa concelebrada con el Sr. Obispo y una comida de fraternidad. Este año el guión ha tenido una cierta novedad. Otros años la conferencia era siempre una reflexión sobre algún aspecto de los escritos del Santo que diferentes expertos exponían. En una palabra siempre sobre temas bíblicos, litúrgicos, ascéticos o pastorales. Este año la conferencia ha sido sobre ecología.

Un cura valenciano, Ferrán Lluch, presidente de la comisión pastoral de medio ambiente de la Archidiócesis nos ha dado una conferencia tan humana como social con el título “La tierra es nuestro hogar ¿y el de los pobres?”. Tengo que reconocer que el tema de ecología es un tema teológico, pues Dios está detrás de todo. La Biblia nos dice que Dios creo la tierra, se la dio al hombre para que le sirva, no para que la destruya… Por otra parte, desde hace muchos años hay montón de documentos del Magisterio, desde Pío XI que nos alertan sobre el tema. Benedicto XVI tiene la ecología como un tema recurrente.

Difícil es querer decir en pocas líneas lo que el ponente nos dijo sobre el tema. En resumen, nos hizo comprender que si no queremos empujar a millones de hombres a la miseria tenemos que cambiar nuestros hábitos de vida y evitar ese consumismo exacerbado que envuelve a los países ricos.

Me chocó un poco la reflexión que hizo sobre lo que se conoce como “huella ecológica”. Se entiende esto como el espacio vital que un ser vivo necesita para llegar a su armonía y desarrollo pleno. Al que le falta espacio, su vida es un mal vivir. El que lo acapara se lo está robando al otro. Según el gráfico la media ecológica en el mundo es de una espacio de 2,23. Si los Emiratos árabes tienen 11,9. Estados Unidos 9,6, España 5,4 y Afganistán tienen 0,1, quiere decir que a estos últimos les falta mucho para llegar a la media.

Cuando estamos inmersos en plena crisis, y decimos pero ¿a dónde vamos a parar, cuántos pobres a nuestro lado? vemos que globalmente estamos muy bien, doblamos a la media en recursos, hay cuerda para vivir. Así pues a vivir sin miedo, pero no a lo loco, sino pensando siempre en los demás, es decir con responsabilidad.