Antonio García Ramírez
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4 de agosto de 2024
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¿Quién eres tú? La pregunta por Dios es una pregunta que va y viene a través de los siglos. Una pregunta existencial pues nos va en ella lo que somos y seremos. Una pregunta nada teórica, pues está en el centro del ser humano. Una pregunta nada fría, pues afecta al mundo del sentido de la vida. Lo más parecido a esta pregunta es la pregunta por la persona amada. Esta no es una fría idea que se responde con un sí o un no. La pregunta en sí es una búsqueda amorosa de saber y descubrir cada día más detalles sobre la persona amada. Todo ello suma al conocimiento y a la vez amor que no deja de crecer en la aventura.
Pan del cielo. Les costaba asimilar el origen celeste de Jesús, pues sabían de su vida en Nazaret. Pues a nosotros, discípulos suyos XXI siglos después, nos es más fácil saltar esas dudas razonables que suscita la Encarnación del Hijo de Dios. Pero en los dos primeros siglos de cristianismo tuvieron que reformular todas sus creencias para encajar esta revelación: Jesús es verdadero Dios y verdadero Hombre. Bajado del cielo para ser el Pan necesario y vivo para que el hombre y la mujer puedan vivir en plenitud. ¿Quién eres, Jesús? Yo soy pan vivo, nos respondes. Los anhelos más profundos, las necesidades no cubiertas, las dudas en la oscura noche… se saciarán al comer el Pan.
La fe y la vida. Vivir para siempre es creer. Una fe que no es una joya antigua y bien custodiada. Al contrario, fe es comparable al latido del corazón y al motor de un coche. Su ruido indica que está en marcha, está vivo. Jesús une fe y vida de manera indisoluble. Dos caras de la misma moneda, dos dimensiones que se retroalimentan. Acercarse a la identidad de Jesús es correr hacia el agua viva, un manantial inagotable para la vida de este mundo reseco y árido tantas veces.