José Joaquín Tárraga Torres
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14 de abril de 2024
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“Lo escrito, escrito está” dijo Pilato. Y la realidad así lo confirma. Dicen que las palabras se las lleva el viento y que todo debe estar escrito para que quede reflejado. Parece como si la palabra hubiera perdido valor en nuestros días. Dar la palabra ha quedado sin valor. Lo que digo hoy, mañana puedo decirlo, pero, al contrario. Y no pasa nada.
Para los creyentes y para el pueblo elegido, la Escritura era uno de los pilares de su fe. Un cimiento que sostenía la fe del pueblo. El estudio de la Escritura ha sido siempre uno de los valores para iluminar y guiar la fe de los creyentes.
Y es la Escritura la que no falla, la que se cumple. La que es fiel. Dios es fiel a su Palabra. Dios no dice una cosa y la contrario, sino que cumple la Palabra dada. Por eso, la Escritura se tiene que cumplir. Hoy, Jesús, nos vuelve a recordar la fidelidad del Padre. Que Dios es fiel a lo que dice, que la Escritura se cumple. Las promesas dadas se hacen realidad algún día.
Hoy, Jesús, vuelve a nosotros. Se presenta en medio de nuestra comunidad para preguntarnos: “¿Por qué os alarmáis, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón?”. Él quiere caminar con nosotros, hacerse hueco en nuestro camino, sentarse a la mesa para comer a nuestro lado, ser partícipe de nuestros proyectos y desilusiones, ser uno al lado de nosotros. Pero seguimos muchas veces incrédulos, nos falta fe.
Por eso, hoy Jesús apela a la Escritura. A la que es fiel. A la que cumple su promesa. No dudéis. Era necesario que pasara todo esto para que se cumpliera la Escritura. Y nosotros somos testigos de esto. Cuando uno hace lectura de su vida, ve que es cierto. Que somos testigos de su promesa. Sólo hace falta seguir creyendo, estar cerca, confiar, no desesperar. Padecer y resucitar, dos verbos unidos entre sí. La Escritura se cumple.
José Joaquín Tárraga Torres
Delegado M.C.S.