Luis Enrique Martínez Galera

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5 de enero de 2013

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En la Iglesia parroquial de El Salvador de La Roda, encontramos un cuadro, óleo sobre lienzo, de grandes demisiones (alto 180 cm., ancho 255 cm.), que representa la Adoración de los Reyes Magos o Epifanía del autor napolitano, barroco Lucas Jordán (1634-1705).

Se trata de la obra de mayor envergadura  de la capilla que fundó en 1683 el rodense D. Antonio de la Torre, que había sido capitán y gobernador de La Fragola en el reino de Nápoles.               

La composición de la escena es de un acentuado barroquismo. La acción principal se desarrolla en el extremo izquierdo: La Virgen, sentada y girada hacia la derecha para mostrar al Niño, que apoyado sobre la pierna derecha y sostenido por las manos de la Madre, en el pecho y el pie derecho, parece querer acariciar a Melchor, que arrodillado le adora con las manos juntas, mientras Gaspar se inclina con las manos cruzadas al pecho, en actitud de recogimiento y adoración. En un segundo término y en la mitad izquierda se sitúa Baltasar, quien porta el recipiente con la mirra. Delante de él, unos pajes y niños recogen las abundantes capas de los anteriores. La escena se completa con personajes difusos, entre los que se encuentra San José. Unos angelillos en un tercer plano completan la escena en torno al foco luminoso que da contraste al fondo de la escena. El tratamiento de los ropajes y el uso de elementos naturalistas, como el perfil de la cabeza del perro en el ángulo inferir derecho, completan el aire barroco de finales del siglo XVII.

Como es propio del barroco, el autor juega con gran maestría con la luz y el color. Un foco exterior ilumina los rostros de los principales personajes, creando un conjunto armónico de luces y sombras en los cuerpos y los abundantes ropajes, acentuando el contraste con Baltasar, hasta el punto de difuminar sus rasgos entre el color (negro) y la sombra. Esta técnica barroca atrae nuestra atención hacia la parte de la escena más importante, La Epifanía o manifestación del Niño Jesús a todos los pueblos, representados en estos tres Reyes Magos que adoran Niño Jesús como rey (oro), como Dios (incienso que está oculto) y hombre (mirra).

La historia del lienzo presenta una peculiaridad. Para ser salvarlo de la quema durante la Guerra Civil fue cortado a trozos de manera que pudiera ser guardado sin llamar la atención de sus grandes dimensiones. Gracias a tal gesto, la obra ha llegado hasta nosotros y tras la restauración realizada en 1980 nos ofrece su aspecto original en toda su calidad artística.Si en Navidades, el Belén monumental que se instala en la parroquia es una cita obligada, no lo es menos su Iglesia parroquial, que entre las distintas obras de arte que conserva se encuentra  esta  Epifanía que atrae la atención del visitante, no ya en Navidad, sino durante todo el año.