Manuel de Diego Martín

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28 de noviembre de 2009

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Estos días pasados una delegación de la ciudad de Albacete con su Alcaldesa al frente han estado en Houndé (Burkina Faso) para ratificar el hermanamiento entre nuestra ciudad y aquella población africana.

Según la descripción que algún periódico local ha hecho de aquella región, da la impresión que Houndé es una ciudad semejante en población a la nuestra. Pero no es así, Houndé es un pueblo, con unos dos mil o tres mil habitantes. Lo que sí podemos decir que este pueblo es la cabeza de todo el territorio que recibe nuestra ayuda social y que la prefectura tiene una población semejante a la nuestra.

Conozco Houndé y tengo el gozo de saber que el párroco actual, el responsable de la Misión Católica de ese pueblo, es un muchacho de Safané, que fue alfabetizado en nuestra misión, y que los misioneros de Albacete le ayudamos para ir al Seminario. Y ahora dentro de un equipo de curas africanos ejerce el ministerio sacerdotal en toda esa comarca.

Me produce gran alegría saber que Albacete, desde hace muchos años, a través de Medicus Mundi, tiene un gran compromiso con esa región africana. Es un hecho que, gracias a nuestra ayuda, esas gentes han recibido incontables ayudas para hacer frente a sus más primarias necesidades sanitarias, de alimentación, de agua potable, educativas, de promoción social y un etc. muy grande de todo eso que es necesario para poder vivir con un poco más de dignidad.

¡Bravo, por ese colegio municipal que se quiere poner en marcha para acoger a mil seiscientos alumnos! No cabe duda que un colegio así es la mejor inversión de desarrollo para toda esa zona. ¡Qué foto más entrañable ver a la Alcaldesa estrechando las manos de aquellas mujeres con sus bebés a la espalda! Tal vez aquellas mujeres, acostumbradas a que los jefes de los pueblos siempre son los hombres, no podrán imaginar que esa mujer era una jefa de pueblo, y además una jefa de las mejores valoradas en el territorio español, mejor que muchos hombres.

Desea la alcaldesa a las mujeres que llegue un día esa “revolución silenciosa para las mujeres” para que sean consideradas en igualdad con los hombres: ¡Dios mío, cuánto camino queda por delante! Ciertamente esta revolución no llegará de la noche a la mañana, hacen falta años, pero tiene que llegar. Lo que importa es que nuestra colaboración sea constante, sin desfallecer, hasta que llegue esa dignidad y esa libertad, para la mujer y para todos.

Desde mis diez años de misionero en aquellas tierras, sí puedo decir que la Misión de Houndé, con mi amigo Germán y sus compañeros, están haciendo una labor enorme en este sentido, en la lucha por la libertad y dignidad de estos pueblos. No podemos olvidar que el anuncio del evangelio, la Buena noticia de Jesús de Nazaret, lleva en su entraña esto que la señora Alcaldesa pide para todos, libertad y dignidad y todo el respeto y amor por las personas, por cada uno de los seres humanos.