Manuel de Diego Martín
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19 de abril de 2014
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Estos días ha sido muy sonado el hecho de que unos jueces amparados en ese principio llamado de “justicia universal” han puesto en libertad a unos narco-traficantes acusados y confesos. Y muchos se preguntan: “¿esta justicia que puede caer en una evidente injusticia puede calificarse en serio como universal?”.
Hoy quiero hablaros de la justicia que Dios quiere para sus hijos y que de verdad es universal porque sirve para todos los hombres, para los que vivieron en el pasado y existirán en el futuro. Es una justicia que se aplica por igual en todos los lugares del mundo. Esta justicia sí que deja a cada uno en su lugar, sí que da a cada uno lo suyo.
El otro día nos conmovíamos ante con el cruel asesinato en Siria de un misionero jesuita que llevaba allá cincuenta años ayudando a los más pobres, niños y jóvenes disminuidos psíquicos. Le habían dicho que se marchase para salvar la pelleja. El decía que no podía dejar a sus hijos, a sus pequeños. Era el último europeo que quedaba en la ciudad. Y viene un grupo armado, entra en su residencia y lo asesina. Y aquí no ha pasado nada. ¿Nadie hará justicia ante este asesinato, ante los inocentes masacrados a lo largo de la historia?
El Viernes Santo se nos partía el alma leyendo la Pasión. Aquí es el Hijo de Dios, el que todo lo hizo bien, su vida fue una entrega de amor hasta la muerte. Y la multitud lo escupía e insultaba. Hasta se da la paradoja de que la suprema autoridad del país, el Procurador, lo declara inocente, pero para evitarse problemas lo manda a la cruz. Nunca ha ocurrido tal cosa, los jueces corruptos buscan pruebas falsas y declaran culpable al inocente. Pero aquí que monstruosidad, declararle inocente para mandarle a la cruz. ¿No habrá justicia para este crimen?
Si, hay justicia. Hoy, domingo de Resurrección, el Crucificado ha resucitado. Al condenado se le ha devuelto toda su dignidad. Jesús, el Hijo amado del Padre, ha sido exaltado a su reino de gloria. El era el Justo, el Inocente. Gracias, Jesús, porque para Ti se ha hecho justicia. Gracias, también, Jesús porque en Ti se hace justicia a todas las víctimas inocentes de la historia. Tú tienes poder para devolverles a todos su dignidad. La tuya si que es una justicia de verdad, sí que es una justicia universal que nos llena de esperanza para ser fuertes ante las corrupciones y mentiras de este mundo.