Manuel de Diego Martín
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30 de marzo de 2013
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Oía el otro día las declaraciones que hacía el obispo español Aguirre, misionero en Centro África, y uno de los pocos europeos que se han quedado en el país ante el avance de los islamistas rebeldes de Seleka, que si esta nación se convierte en una república islamista, las repúblicas vecinas ya se pueden echar a temblar ante el futuro.
El rescate a Chipre aunque parece controlado y que no traerá turbulencias en la zona del euro, algunos dicen que ya podemos prepararnos y que nuestro futuro está el aire.
En las tertulias radiotelevisivas siempre se habla de lo mismo y vosotros más. Y uno queda sobrecogido al ver cómo está instalado el mal en el corazón del hombre que puede llegar a corrupciones tan grandes. Si a esto se añade que hay carta blanca para acosar a lo bestia a los parlamentarios en un país que decimos democrático y libre, ¿esto tiene futuro?
Si los campeones del deporte como Vicente del Bosque y compañía nos dicen que lo más grave entre nosotros es la crisis moral, la crisis de valores, ¿tenemos futuro?
El Papa Francisco en la Misa de Ramos decía a los jóvenes que nadie les robe la esperanza. En el mundo hay esperanza, hay futuro porque nos lo ha dado Jesús. Aunque haya que pasar lo peores calvarios hay salida. La salvación nos la ha dado Jesús, porque con su muerte ha machacado el pecado, y en su resurrección nos da la posibilidad de ser hombres nuevos. Donde hay hombres nuevos hay esperanza, porque en ellos siempre triunfa el bien sobre el mal.
Acabo con un himno litúrgico de estos días canta a Cristo como nuestra esperanza: “En plenitud de vida y de sendero, dio el paso hacia la muerte porque quiso… Al que en la cruz devuelve la esperanza de toda salvación, honor y gloria por los siglos” ¡Feliz Pascua de Resurrección!