+ Mons. D. Ciriaco Benavente Mateos
|
27 de enero de 2018
|
144
Visitas: 144
[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]Q[/fusion_dropcap]ueridos amigos:
A lo largo del año, la Delegación de Misiones de la Diócesis de Albacete organiza diversas “movidas” misioneras con niños. Y los niños responden siempre, en número y generosidad, de una manera admirable. Lo de las misiones, como me dijo en una ocasión un niño de unos siete años, “les mola”. Lo de ser misioneros, aunque sea desde aquí, les ha entrado en el corazón. Les resulta digno de admiración y apoyo que haya hombre y mujeres que dejen las seguridades que tenían, su familia y las comodidades de la sociedad “del bienestar” para marchar a un país lejano, donde pueden encontrar situaciones de conflicto y violencia, de pobreza y miseria.
En vísperas de la Navidad, los niños se convierten en “sembradores de estrellas”, anunciando a Jesucristo, que nace para todos. Pero esta encantadora movida infantil no se detiene ni ante la cuesta de enero, pues hoy domingo día 28, se celebra la Jornada de la Infancia Misionera. La misión, por ser cosa seria, no es sólo de los adultos; los niños son también protagonistas y promotores. Este Jornada es eminentemente suya.
Los niños misioneros han hecho posible la realidad de la Obra Misional de la Infancia Misionera, iniciada hace más de 170 años. Una Jornada que propone sembrar en los niños la inquietud misionera y fomentar la solidaridad con otros niños que tal vez no conozcan todavía Jesús y que padecen tantas necesidades.
Nos quedaríamos asombrados si hiciéramos recuento de los hospitales, orfanatos, centro de salud y escuelas que se ha levantado con la generosidad de los niños misioneros del mundo. Gracias a las aportaciones de los niños españoles en 2017, nuestro país pudo destinar casi tres millones de euros para atender 491 proyectos de la Infancia Misionera en 160 diócesis de 36 naciones de las más pobres de la tierra. Se han beneficiado aproximadamente 570.000 niños, cuyos rostros volverán a sonreír y a mirar el futuro con esperanza.
“Atrévete a ser misionero” es el lema de la Jornada de la Infancia Misionera de este año 2018. Seguro que todos hemos escuchado alguna vez a los niños aquello de “¿a que no te atreves?”, retándose unos a otros a lanzarse desde el trampolín a la piscina. Cuando se trata de la misión vale la pena arriesgarse y dar el salto a “ser misionero”.
El lema explica un cartel lleno de colorido, en que unos niños sueltan lo que les estorba para ser solidarios. Porque hay cosas que son buenas, pero que, a veces, nos aíslan del mundo que nos rodea y de sus necesidades. ¿No nos pasa eso, frecuentemente, con nuestros auriculares, tablets, teléfonos móviles…? Puede que a los chicos del cartel les haya costado desprenderse por un rato de algunas de sus cosas, pero la expresión de alegría de los chiquillos habla por sí sola. Por contraste, en la parte inferior aparece un mundo apagado y triste, en que cada uno va a lo suyo. Pues ahí se zambullen también los niños y niñas de la Infancia Misionera, enseñándonos a ser, como dice el papa Francisco, “misioneros que llevemos la luz y la alegría del Evangelio a todos”.
Con todos los niños de la Diócesis, quiero pedirle a Jesús, luz del mundo, que nos dé fuerzas a todos los diocesanos para amar cada vez más y mejor, que alargue nuestras manos para abrazar a todo el mundo, que abra bien nuestros ojos y nuestros oídos para percibir las necesidades y las voces de los millones de niños que nos gritan desde su pobreza, su dolor y su oscuridad, que, en esta Jornada misionera, abra nuestro corazón a la generosidad, que niños y adultos nos atrevamos a ser misioneros.
Con mi afecto y bendición.